Cuestión de Sangre
I
Y aquí estoy, con 59 años y una noche más en esta licorería, es fin de semana así que los jóvenes vienen con frecuencia, la mayoría compra tequila o cerveza con billetes recién ganados de la quincena. Algunos son prepotentes, creen que con su miserable salario pueden tratar a las personas como basura. Otros son indiferentes, muy pocos se dignan a saludarme, sin embargo, yo ya estoy lo suficientemente viejo como para que me afecten las actitudes de unos pequeños adolescentes que no saben lavar su propia ropa… aun así, de vez en cuando extraño a mis viejos clientes, viejos ebrios que al menos tenían algo interesante que decir. Siempre era un placer hablar con ellos, sus rostros demacrados por el alcohol, peleas y por el mismo peso de la vida y la miseria reflejaban la fría pero sincera marginalidad de esta asquerosa ciudad…
A pesar de todo, esta noche no es muy diferente a cualquier otra, cada fin de semana siempre se puede encontrar un pretexto para hacer una fiesta. Puedo escuchar la música, los gritos y las carcajadas por todos lados, el mundo cada vez es más simple y sin sentido. En unos días cumpliré sesenta años… a decir verdad no sé si será en días o en semanas, tal vez ya haya pasado, y es que en realidad no me interesa tanto si vivo un día más, llevo dos años en este maldito cuarto desde que Sara, mi ex esposa, me quitó todo y se largó con un tal Fabián. Ahora sólo puedo ver a mi hija cada vez que su madre necesita dinero ¡Valla vida tan poco interesante que he tenido! Sólo me he dedicado a trabajar y el dinero que gano lo guardo para darle algo a mi hija y para sobrevivir a medias ¡Ah, qué vida tan absurda! Algunas veces han venido a asaltarme, pero nadie se ha atrevido a jalar del gatillo a pesar de que siempre me he resistido… y es que no tiene mucho caso matarme si no pueden robarme, por fortuna o por desgracia atiendo a mis clientes en este pequeño local de dos por dos desde una abertura en una pared sellada por una pequeña reja y una cortina metálica que siempre mantengo cerrada. Llegan pensando que pueden tener lo que quieran provocando miedo, pero no saben qué hacer cuando se enfrentan con alguien que ha dejado de tenerlo.
Cómo me gustaría que alguna vez a alguien se le ocurra, por enojo o por lo que sea, disparar un par de balas, o que al menos por error se le escape un tiro entre mis ojos, pero ya hace tiempo que un muerto de hambre intentó asaltarme… puede que desee que la muerte venga por mí, pero no le daré mi vida tan fácil ¡y mucho menos a manos de esos bastardos!
La noche sigue tranquila e indiferente desde hace rato, tal parece que hoy no veré a mis habituales clientes… sin embargo, el sonido de unos pasos por la parte izquierda de la calle llama mi atención, de tanto tiempo que he estado aquí sé cuando alguien viene directo al local por el simple sonido de sus pisadas, puedo notar que el calzado es de una suela curiosamente fina, de inmediato me doy cuenta que es porque pertenece a los tacones de una mujer. Me levanto para esperar la llegada de otro cliente, me percato de que se detiene un instante antes de llegar y luego continua… ante la luz amarilla del único foco del local aparece una mujer joven, de unos treinta años, muy hermosa con cabellos largos y oscuros, viste un elegante vestido negro, de inmediato me cautiva al ver su rostro, su mirada se clava en mis ojos con una profundidad hipnotizante, un pequeño temblor frío y de sensación horrible se apodera de mi cuerpo, comienzo a sentir una extraña embriaguez, una embriaguez que me aterra ¿Qué tiene esta mujer?... está hablando, lo veo en sus labios rojos que dibujan una delicada sonrisa, pero no la escucho… algo tiene esta mujer … ella sigue hablando y yo la sigo mirando hasta que algo me hizo regresar, un gesto tal vez… disculpa no te escuché, le digo. Suelta una pequeña risa y me contesta.
-Te pregunté si podías ayudarme con una dirección
-Claro. Ella levanta el brazo y sobre el mostrador coloca una pequeña tarjeta. Calle Olivos número 6, es justo frente a mi casa, pensé. Es cerca, le digo, tendrás que caminar sobre esta calle, y al pasar dos esquinas doblas a la derecha y ahí encontrarás la calle que buscas, el número está como a tres casas siguiendo como te acabo de indicar… ¿estás segura que es la dirección a la que quieres llegar? La casa que corresponde a ese número ha estado deshabitada por mucho tiempo, no creo que encuentres a alguien ahí.
-Tal vez sí encuentre a alguien, contesta con una sonrisa, estoy segura que es la dirección correcta, sólo espero que ese alguien no me haga esperar mucho.
- ¿Una cita a estas horas de la noche? Un poco peligroso ¿no cree?
-Sin dejar de sonreír me sigue la plática, es una cita muy especial, de esas que no se deben rechazar, la hora también lo es, sería imprudente salir durante el día.
- …Bueno, creo que he vivido lo suficiente para ver todo tipo de gustos.
- Tal vez no lo suficiente, aún.
- Tal vez… como sea, me gustaría llevarla, pero no puedo dejar mi negocio. Usted no es de por aquí ¿Cierto? Estos barrios no suelen ser muy tranquilos, creo que lo mejor será que le llame una patrulla para que la lleve ¿Qué le parece?
- Eso no será necesario, le puedo asegurar que no corro ningún peligro. Mejor deme el vino más fino que tenga, no me gustaría llegar sin un buen regalo.
- ¿Vino? Ja, ja, ja, disculpe usted mi risa lo que pasa es que no es algo que se acostumbre a tomar por aquí, pero está de suerte porque tengo alguno de cuando abrí este lugar, aunque le advierto que no es de lo más fino, pero sí lo mejor que le puedo ofrecer. Aquí tiene.
- Sangre de Cristo, no está mal, tenga, no se moleste con el cambio, créame, no lo necesito. Le agradezco la charla, es hora de retirarme, que pase buena noche.
- Espere, le llamaré una patrulla… Apenas me agacho un momento para buscar mi teléfono y al levantarme aquella mujer ha desaparecido, ni siquiera puedo oír sus pasos alejarse ¿Estaré soñando? ¿Será que ya me está afectando el no dormir por las noches? ¿Habrá sido una ilusión? Una ilusión muy real, el dinero se siente real… ¡Es demasiado! Todo un fajo de billetes. Algo vulgar para una mujer tan refinada, ¿Lo habrá robado? No parecía del tipo de mujer que robe, aun así, todo esto ha sido muy extraño…
Alguien más se acerca. Antonio, un buen cliente, pensé que ya no vendría…
Tuve que cerrar antes para dormir un rato, hoy iré a ver a mi hija, le prometí llevarla a comer a un lugar especial. Aún es muy pequeña para recordar mi cumpleaños y su madre hace lo posible para que se le olvide hasta mi nombre, pero ella me quiere, es la única persona en el mundo que lo hace y es la única con quien festejaría mi cumpleaños. Pero antes tengo que ir a la central de abastos a hacer mi pedido de mercancía para la próxima semana, antes lo hacía por teléfono, pero siempre había errores, así que ahora prefiero hacerlo personalmente… además me hace bien salir de vez en cuando.
El transporte matutino es un desastre, la gente podría soportar el tener que madrugar si no fuera por el exceso de personas que lo usan, definitivamente aquí se desata el estrés de todo el día. Apenas puedo abordar el autobús, la falta de aire es casi insoportable, pero es algo que la gente no suele darse cuenta por costumbre. Para poder sobrevivir se tiene que estar resignado y eso es algo que se nota en sus rostros, el maquillaje apenas puede ocultar las arrugas de las mujeres, los hombres se esfuerzan por mantener su actitud de macho dominante, mientras los jóvenes… bueno, ellos atrapados en otro mundo más narcisista apenas se dan cuenta de lo que los rodea, sólo se desconectan si alguien los molesta por accidente, irónicamente en un lugar donde apenas es posible moverse, sin embargo se las arreglan para tener la pantalla delante de sus ojos… supongo que cada quien sobrevive a su manera.
A pesar del excelente clima, el ambiente es muy gris, personas que se visten de traje pero que evidentemente no van a una fiesta ni a atender negocios de gran importancia, es su obligación aparentar sólo para ganar mil cuatrocientos pesos quincenales, y además les obligan a tener buena actitud, ¡Qué fiasco de vida! No somos personas, somos cartuchos desechables de baja calidad.
Muchas veces me había encontrado ya con estas situaciones, pero esta vez resulta más deprimente y es que no puedo dejar de pensar en aquella extraña mujer capaz de regalar dinero y caminar tranquilamente a altas horas de la noche buscando una dirección para una cita, de verdad, parecía que nada le preocupaba, como si pudiera realizar las acciones más nefastas y reprimidas de la conciencia humana sin tener que sufrir las fatales consecuencias como cualquier otra persona. No creo que ese aire de terror que sentí estando con ella haya sido para menos, fue como si su sola presencia me aplastara, me sentía impotente. Nuestros gobernantes, por más altos que sean sus puestos, sólo nos provocan risa, algunos corajes y mucha pena ajena… pero aquella mujer de hermosos cabellos largos y oscuros irradiaba verdadero poder, su sola mirada carmesí absorbía mi cordura.
Aún tengo el fajo de billetes, así que no es una ilusión ¿Será que alguien está tratando de jugarme una broma? Espero que no porque pienso pasarla muy bien con mi hija, será ella quien reciba los regalos de mi cumpleaños… Pensar en Valeria me tranquiliza.
He llegado a San Ángel, el camino que resta aun es largo y tedioso, pero el transporte de aquí a la central de abastos es más relajado gracias a que hay mucho menos gente y más carismática, aprovecharé para dormir un rato…
Una luz que se vuelve líquida mientras aves negras con garras de plata revolotean sobre un bosque marchito. La luna, roja, oscura de un tamaño terrible y endemoniado me canta con una putrefacta melodía, un llamado tal vez, una advertencia o una insinuación… Los latidos de mi corazón retumban desde mis entrañas, me parecen ajenos y amenazantes. Ahora siento cómo mi respirar envenena mi alma. La tierra húmeda se resbala entre mis dedos que se asoman desde las tinieblas como un rayo que apuñala los cielos de las noches solitarias. Mi cuerpo frío se levanta como un libro que se abre con el viento. El pánico ha devorado mis sentidos y el vértigo oprime mi pecho. Mi ser se eleva sobre las copas de los árboles. Me siento en la cima del mundo, el destino cabe en la palma de mi mano.
Un delirio febril bajo una luna de sangre, aves que me observan y un bosque en deceso… y ahora, entre las sombras de sus ramas laberínticas una entidad me vigila y me susurra con una voz de inframundo que me consume, me devora, me seduce…
¡Qué sueño tan extraño!, muy extraño…
He llegado.
Un pasillo tras otro voy caminando y caminando, repaso mi pedido de memoria, sin embargo, poco a poco mis pensamientos se van desvaneciendo, comienzo a divagar, veo a las personas, jóvenes enérgicos moviéndose de un lado a otro, fuertes, llenos de vida pero también están aquellas esquinas donde yacen ancianos que apenas pueden cargar cinco kilos de mercancía, pero el trabajo es necesario, se tiene que sobrevivir con lo que se pueda… cada minuto que pasa es más deprimente, saldré lo más rápido que pueda de aquí.
- Abel, te esperaba la semana pasada, no te ha ido muy bien que digamos, ¿verdad?
-Buenos días Horacio, así es, ha bajado mucho la venta estos días, aunque ya no me interesa tanto.
- No seas tan pesimista, esas malas vibras se contagian, sea más positivo y verá que le irá mejor.
- Parece que no me escuchaste, te dije que ya no me interesa mucho este negocio, la mayoría de los consumidores son jóvenes que sólo les importa llevar una vida hedonista y sin sentido. Toma mi lista, esta vez es un poco más.
- Así que ya no te interesa ¡eh! Muy bien, en un momento estará tu pedido. Por cierto, te aviso que aumentó la tarifa del transporte, la gasolina no para de subir, tú entenderás.
- Está bien, no hay problema, sólo date prisa que hoy veré a mi hija.
- ¿Seguirás peleando para quitársela a esa perra? ¿Cómo se llama tu competencia? Fabián ¿No es cierto? Escucha, los hijos cuando crecen son mal agradecidos, no deberías de dar tanto por ella.
-Valeria es lo único que me queda, estoy seguro que ya estaré muerto antes de recibir su desprecio.
-De verdad que eres muy negativo, ¿Sabes? No creo que tu hija sea lo único que tengas, también está tu negocio. Sé que te importa mucho tu hija y lo comprendo, de veras, pero tu negocio es algo que sí puedes controlar, puedes dejarlo caer o puedes hacerlo crecer y yo diría que es mejor lo segundo, pero no me lo tomes a mal, sólo te digo lo que pienso.
-No importa, sólo hazme saber cuándo esté mi pedido.
- Claro, no hay problema. Por cierto ¿Qué has sabido de tu hermano? No puedo creer que ese maldito depravado se haya salvado de la cárcel.
- Lo último que supe es que se fue a vivir al Estado de México…
- ¡Vaya!... ¡oh! Mira, aquí está tu factura.
- Gracias Horacio, nos vemos luego.
Que charla tan más deprimente, de todos modos, no esperaba que alguien me entendiera y menos él, lo bueno es que nada puede arruinarme este día.
II
Son las doce de la tarde, estoy llegando a la calle de Durango en la condesa, mis piernas tiemblan, siento nervios, pero no es por mi hija, sino por Sara y estos malditos recuerdos. Con cada paso se acelera más mi corazón, pero siempre ha sido Valeria la que me da fuerzas para seguir, si no fuera por mi hija no estaría aquí, aunque este cuerpo cada vez aguanta menos.
- Llegas tarde, parece que no quieres ver a tu hija.
- Tenía que atender mi trabajo.
- Claro, tu trabajo ¿Cómo olvidarlo?
- Hace dos años que conseguí otro, no te preocupes.
- ¡¿Ah sí?! ¿Y se puede saber de qué trata esta vez?
- ¿De verdad te importa?
- No es que me interese tu vida, pero necesito saber que mi hija va a estar bien, además, fue ese… trabajo lo que ocasionó todo esto, así que, claro que me importa, mi hija me importa. ¿Y bien? ¿Cuál es ese nuevo trabajo?
- … Sabes bien que no fue eso lo que… puse un negocio, una tienda de abarrotes.
- ¡Vaya! Espero, por tu bien y el de Valeria que sea cierto porque me voy a enterar, sabes que lo haré.
- ¿Puedes traerla ya? Por favor
- No tienes derecho a hablarme así y menos a exigir, ella saldrá a su debido tiempo.
Cómo odio que tenga razón y no poder hacer algo al respecto…
- ¡Mamá!
Escucho su voz y una profunda alegría me invade, trato de asomarme a la casa, pero Sara me cierra la puerta… no es justo…
Estos minutos me parecen eternos, pero por fin la puerta se vuelve a abrir.
- ¡Papi, felicidades!
Su dulce voz me conmueve demasiado. Veo sus grandes ojos y su tierna sonrisa. El labio leporino y la esclerosis no arruinan su belleza, sólo la hacen más especial para mí por ser mi pequeña valiente. Todos mis problemas se desvanecen en este instante.
Vamos al cine, compramos golosinas y frituras mientras me cuenta que su madre no la deja comer azúcar, nos reímos de todo lo que decimos, nos divertimos mucho. La película me resulta muy entretenida a pesar de que es para niños, me pongo a pensar que ha pasado mucho tiempo desde que disfruté de una película, pensándolo bien hace mucho que no me reía, la cara me duele, pero es un dolor que inexplicablemente disfruto. Ahora la llevo a comer a un Burger King, le sugiero que vaya a jugar con los otros niños, pero no quiere, parece que le dan miedo, supongo que es normal, así que no le insisto, además está muy contenta conmigo y yo también.
- ¿Cómo vas en la escuela mi pequeña valiente?
- ¡Bien, papi! Siempre saco buenas notas, ayer me dieron una estrella por portarme bien.
- No sabes el gusto que me da escuchar eso, hija.
- Sí, y la maestra me felicita mucho porque siempre hago la tarea.
- ¡Eso es genial! Me siento muy orgulloso, seguro tu mamá también.
- Ella me hace que haga la tarea.
- Eso está muy bien porque tienes que ser una niña muy buena.
- …entonces… ¿Tú crees que está bien, papi?
- ¡Claro, hija! Tu mamá y yo nos preocupamos mucho por ti.
- …está bien…
- Pero no te pongas triste, a nadie le gusta hacer tarea.
- De acuerdo, papi…
No me gusta verla seria, se me parte el corazón, ojalá pudiera verla siempre sonreír.
- …Pero si quieres no hablemos de la escuela, estamos pasándola bien, mejor cuéntame alguna película que hayas visto.
-Vi la del Rey León, pero me puso triste que se muriera el papá león, pensé que era más fuerte.
-Era fuerte, sólo que se sacrificó para salvar a su hijo, pero no te preocupes, sólo es una película.
- ¿Crees que no aguantó la caída porque ya estaba viejito, como el abuelo José?
En su lógica, de una niña de cinco años asocia al Rey león con su abuelo recién fallecido, tal vez lo más cercano que tuvo a un padre en mi ausencia. Es doloroso, lo sé, pero no puedo cambiar la realidad. Mi pequeña valiente se levanta de su silla y se acerca a mí, me abraza con ternura y preocupación…
- ¡papi, no quiero que tú te mueras, déjame morirme a mí, pero tú no te mueras por favor! ¡No me dejes sola!
- No digas eso, hija, no va a pasarnos nada, sólo es una película, todo va a estar bien.
- Bueno, pero prométeme que siempre estaremos bien y que nunca te vas a morir.
- Pero hija, es parte de…
- ¡Prométemelo por favor!
- … Está bien, mi pequeña, te lo prometo.
Sara me habla a las siete de la noche para asegurarse que Valeria esté lista para dormir, obviamente lo hace porque no confía en mí, pero ahora soy yo quien empieza a desconfiar de ella…
Antes de dormir, Valeria se tiene que duchar, pero al parecer tiene instrucciones de que todas sus actividades personales las realice en total privacidad sin que yo intervenga en lo absoluto. Al principio pienso que es normal, preparo la cena mientras ella haces sus cosas, cenamos mientras vemos la televisión, pero al llevarla a su alcoba, su pijama se levanta ligeramente por su torso revelando una extraña mancha en su piel, trato de preguntarle, pero sólo se pone seria y no me contesta. No quiero darle importancia, pero algo me dice que no puedo dejarlo así. Si estuviera enferma, Sara tendría que habérmelo dicho.
No puedo dormir, la duda me intriga demasiado. Las horas pasan y los pensamientos no dejan de dar vueltas en mi cabeza. Son las cuatro de la madrugada, siento que es evidente lo que tengo que hacer. La casa está en absoluto silencio así que puedo escuchar la tenue respiración de Valeria, con cuidado abro la puerta percatándome de que su sueño es profundo, sólo la luz de la luna alumbra su cama… lentamente me acerco a ella, levanto la cobija y su pijama por el torso, ahí está, lo que sospeché, aquella mancha no es más que la marca de un golpe. También reviso sus brazos, las marcas están por todo su cuerpo ¿Qué está pasando aquí?...
La levanto para el desayuno, se ve entusiasmada, pero me dice que se tiene que vestir. No sé cómo decirle sin que se enoje, tal vez lo mejor sea dejarlo pasar, tal vez no sea nada… además hoy es el último día que la veo. En lo que queda del día jugamos, vemos películas y comemos golosinas. Apenas me doy cuenta que desde ayer tienen puesto el mismo suéter de manga larga a pesar del calor que hace. No me resisto más…
- Hija, ¿No tienes calor? ¿Por qué no te quitas ese suéter?
- … No papi, así… estoy bien.
- Hija, ¿Hay algo que no me quieres decir?
- …
- Sabes que puedes confiar en mí, anda, dime que pasa. ¿Alguien te ha pegado?
- No quiero hablar.
- ¿Por qué no?... Bueno, está bien, no insistiré más…
Aún es temprano así que antes de despedirnos le digo que vayamos a dar una vuelta por el parque, ella felizmente accede y me dice que casi no sale a parques, que se la pasa mucho tiempo estudiando y haciendo tareas, le digo que este fin de semana es para disfrutar y que no hay que preocuparse por cosas de la escuela.
No hay mayor felicidad para mí que verla contenta. Otras familias están también aquí, mamá, papá, hijos. Me pregunto si a Valeria le inquieta el que no estemos los tres juntos como una familia normal, pero las otras familias no son perfectas. La razón por la que estén tan temprano aquí es porque tienen que regresar a sus casas lo antes posible a prepararse para el arduo trabajo de la semana.
Es hora de irnos, le digo que antes pasemos a otro lugar. Vamos a una tienda de juguetes, le compro lo que ella me pide con el dinero que dejó aquella misteriosa mujer… ya la había olvidado, al menos por estos días. Salimos de la tienda y la noto un poco angustiada.
- ¿Pasa algo, hija?
- ¿Irás con nosotras, papi?
- Sabes que no puedo, pero te volveré a ver cuándo el juez lo autorice.
- ¿Pero irás de viaje con nosotras?
- ¿De viaje, cuál viaje?
- Mamá dice que nos iremos de viaje cuando acaben las clases.
- …Todo saldrá bien, no te preocupes.
De nuevo en esta calle, sólo que esta vez no hay futuro sólo destino. Valeria me toma fuertemente de la mano, nos despedimos por última vez antes de llamar a la puerta, apenas puedo contener mi llanto mientras ella me dice que no llore, que convencerá a su madre para que nos vayamos de viaje todos juntos.
- ¡Vaya! Hasta que te apareces, estuve a punto de llamarte. Valeria, entra a la casa por favor.
- Sí mamá, ¡Adiós papi!
- ¡Adiós hija!... Valeria me dijo que se irán de viaje.
- Así es.
- …. ¿Cuándo pensabas decírmelo?
- No tenía que decírtelo, el juez lo autorizó desde la semana pasada. Lo sabrías si fueras más responsable y revisaras tu correo más seguido.
- Sabes que no me gustan esas cosas…
- Esto no se trata de ti, se trata de Valeria, tu hija.
- Hablaré con el juez, me gustaría verla cuando regresen.
- De verdad que tú no tienes remedio, pero te facilitaré las cosas. En el correo que no quieres leer se te explica que nos iremos a Holanda, allá terminará la escuela y si todo sale bien incluso seguirá hasta la secundaria, gracias a una beca que se ganó por ser una excelente estudiante.
- No puede ser que eso lo haya autorizado el juez, no se la pueden llevar tan lejos de mí.
- Puedes ir a visitarla, llegando a un acuerdo, como siempre. Debes de entender que mi interés no es alejarla de ti, es por su bien.
- Pero no puede ser, al menos me la hubieran dejado más tiempo.
- ¿Por qué crees que la viste antes de la fecha? Ahora, si no tienes más preguntas o reclamos estúpidos, tengo cosas que hacer.
- … No, eso es todo…
- Entonces adiós, para la otra hazte un favor y revisa tu correo.
No puede ser que me quiten a mi hija, ella es mi todo, esto no puede estar pasando, ¡Estúpido abogado! Si tan solo pudiera hacer algo, si tan sólo tuviera el poder, el dinero para sobornar a alguien, pero no tengo nada, cada vez estoy más viejo y con menos fuerza. Una vida así no vale la pena… Sólo el reloj y sólo su maldito sonido me acompañan esta noche, ¡valla! La hora de abrir se ha pasado, ni siquiera tengo ganas de trabajar, pero no me queda de otra.
Ni un alma en la calle, la cortina parece más pesada que de costumbre… es lunes ¿Qué podría vender hoy? La calle está muerta, creo que lo mejor será regresar a mi casa. Hace tiempo que no tomo una gota de alcohol, un vodka ¿Por qué no? Cualquier malandro mataría por una botella así, pueda ser que esta vez sí tenga suerte. Qué noche tan tranquila, nunca antes había estado así, incluso el camino me parece más largo, mis piernas se cansan muy rápido… Ese aroma, me es familiar… es ella, ¿Qué hace aquí? ¿Seguirá esperando su cita?
- Pierde su tiempo señorita, esa casa ha estado abandonada desde hace años, creí habérselo dicho.
- Sí, lo hizo y le agradezco por la advertencia, es usted muy gentil. Pero recuerde también que le dije que esperaba una cita.
- Lo recuerdo, entonces me temo que la han dejado plantada. ¡Vaya cita amorosa!
- Me temo que no y no es una cita amorosa, más bien de negocios, negocios un tanto sutiles, que no tienen que ver con el dinero.
- Bueno, sólo usted sabrá. Por cierto, aquella noche me dijo que conservara el cambio pero ¿No se habrá usted equivocado? Me dejó demasiado dinero.
- En absoluto, ese dinero fue para usted, espero lo haya disfrutado.
- En ese caso permítame invitarle un trago como muestra de gratitud, claro si no le ofende.
- Me encantaría
- ¿Le gusta el vodka?
- Si no le molesta preferiría abrir el vino que le compré.
- Claro, no hay problema.
- … Parece que el alcohol le ha hecho olvidar sus modales.
- … ¿A qué se refiere?
- ¿A caso no va a invitarme a pasar?
- … ¡Ah! Claro, Disculpe, pase usted, es bienvenida.
- ¡Gracias!
III
- Traeré un par de copas. Y dígame ¿De dónde viene? Si no es mucha la indiscreción.
- No me lo creería si se lo dijera. La verdad es que vengo de muchos lados, me gusta conocer el mundo.
- Viajar, que afortunada es de poder hacerlo. Si un día pasa por Holanda salude a mi hija de mi parte ¡je, je, je!
- Su hija, la extrañará mucho ¿no es así? Su pequeño tesoro, la luz de su vida.
- … ¿Qué sabe usted de mi hija? ¿Quién es usted?
- Claro, no nos hemos presentado. Mi nombre es Carmila.
- Yo soy Abel, pero contésteme por favor, ¿Quién le hablo de mi hija?... y ¿Qué le causa tanta gracia?
- Usted me lo ha dicho, sólo que no se ha dado cuenta.
- … No… no he bebido lo suficiente como para no acordarme de lo que digo.
- Por supuesto que no, no ha sido el alcohol. Pero esa angustia que carga lleva el nombre de ella, Valeria ¿No es así? Aquella quien se roba sus pensamientos.
- ¿Mis pensamientos? ¿Qué es lo que pretende? ¿Por quién me toma? Sepa usted que no soy ningún tonto, sé a lo que ha venido, viene de parte de ese inútil abogado, ¿verdad?, viene a buscar razones para apartarme de mi hija… ja, ja, ja, y para mi mala fortuna hoy decidí embriagarme por primera vez después de tantos años, pero eso ya lo sabían ¿no es así? Bastaba con darme una noticia tan desgarradora para provocarme, hacer cualquier estupidez y encontrar pretexto, ¡Qué plan tan más perverso!
- Es usted muy astuto Abel, ciertamente hay alguien vigilándolo, pero me temo que se equivoca con respecto a mí. Yo no he venido a quitarle a su hija, por el contrario, he venido a ofrecerle una oportunidad.
- ¿Oportunidad? ¿Oportunidad para qué?
- Sé lo que sufres Abel, el abandono, la soledad, la desesperación de que cada día eres más débil. Lo que he venido a ofrecerte es una oportunidad para ver el mundo de otra manera.
- ¡ja, ja, ja!, lo que yo necesito es algo más que “otra forma de ver el mundo” además dudo mucho que sepa lo que siento ¿cómo podría saberlo? Mírese, es joven, hermosa y el dinero le sobra, puede viajar cuando le plazca. Si eso que me está ofreciendo es un trabajo, créame que sólo me interesaría si gano diez mil pesos mensuales, de otra manera…
- Lo que le ofrezco es todo eso que ve en mí, el dinero no le hará falta, podría tener todo lo que desea incluso ese poder que perdió por la edad y aún más. No es trabajo lo que le ofrezco, esto va más allá de cualquier cosa que conozca. Dime, Abel ¿qué es lo más importante en tu vida?
- Pues mi hija, por su puesto, pero no entien…
- ¿Aceptaría lo que le ofrezco si le digo que puede recuperar a su hija y tenerla para siempre?
- … ¿Es capaz de darme lo que quiero? Supongo que tendrá un costo, pero de cualquier forma mi respuesta sería sí, daría lo que fuera, hasta lo que no tengo, por ella.
-Bien, eso era lo que quería escuchar…
Otra vez esa mirada, pero esta vez la sensación es más fuerte, me siento totalmente sometido, como una atracción hacia una melancólica oscuridad… pierdo toda voluntad para vivir… ¡ah! Una caliente punzada en mi cuello, ¿qué está pasan…?
Se acercan… Gigantes alas negras que se levantan desde el horizonte, una sangre fría que recorre sus membranas mientras un opaco suspiro se escapa de mi cuerpo. La tierra helada, el viento gélido y un vacío lúgubre sin tregua ni lengua acompañan mis sensaciones. Sólo el sórdido crujir de mis sentidos se esparce en una llanura repleta de la fragancia carmesí, mientras una figura femenina bañada en las sombras de cuervos burlones se abalanza hacia aquella luna roja llevándose mi vida entre sus fauces…
- Abre los ojos, Abel, y levántate.
- ¿Qué… pasó? ¿Me desmayé?
- No, Abel, pasó lo que tanto anhelabas en la intimidad de tus pensamientos, moriste.
- ¿Qué? ¿A qué te refieres?
- A que tu corazón ha dejado de latir, ahora abre tus ojos.
- Los tengo abiertos, pero casi no veo, está todo oscuro.
- Me refiero a tus nuevos ojos, ábrelos y mírame.
No puedo pararme, apenas veo las siluetas de los muebles de mi casa. Poco a poco mi vista se acostumbra a la oscuridad. Me siento débil, ¿Qué es eso? ¿Es ella? La veo sentada en el sofá sosteniendo su copa… Noto que hay algo diferente, no sólo en mí, sino también en el ambiente… ella se ve distinta, ahora distingo su atuendo, estoy seguro que es distinto al de antes… ¿Acaso eso es un cuervo?
- ¡ja, ja, ja! No te equivocas, Abel, ahora tienes esa otra mirada que te prometí. Cuesta acostumbrarse, pero te aseguro que cuando lo hagas ya nada importará.
- Yo no… he dicho nada.
- Te dije que no tenías que decirme nada. Estás débil, necesitas alimentarte, así que te traje algo.
¡Un hombre! Lo trae desde mi habitación como si fuera un muñeco de trapo y lo arroja hacia mí. Está cubierto de sangre como si un animal lo hubiera atacado. Se escucha un chasquido y el hombre se despierta como si hubiera estado en un trance. No entiendo que pasa, estoy confundido.
- ¡Por favor, no! Yo no he hecho nada.
- ¿Quién es él? ¿Por qué está así?
- Bueno, este pequeño recurso humano es el que te vigilaba afuera de tu casa.
- ¡No, no, yo sólo hacía mi trabajo, ni siquiera los conozco, por favor ya no me lastimen!
-No me interesa lo que digan los humanos, pero creo que a ti sí te interesará saber que miente. Trabaja para ese abogado, corrupto al parecer. Te ha estado vigilando desde hace meses y sabe más de lo que crees. ¡Ah! Y, por cierto, también conoce muy bien a tu ex esposa, demasiado bien diría yo, su nombre es Fabián.
- ¡¿Qué?! ¡Maldito bastardo!
- ¡No! espera, no tuve elección, ella me obligó.
- Más mentiras ¿Te das cuenta, Abel? Los humanos son capaces de sufrir sólo por proteger una absurda reputación, son patéticos, pero ahora tú estás sobre ellos.
- ¡Escúchame! Abel, ¡Sara nos está utilizando, sabes que está loca! ¡quiere quedarse con tu hija y con mi dinero…!
- ¡ja, ja, ja!, incluso en sus últimos momentos intenta mantener el engaño. Todo es un cuento, una treta bien ensayada para este momento de ser descubierto. Pero da igual, es hora que termines con esto o se desangrará antes de que lo puedas disfrutar.
- ¡No, Abel, espera!
- ¡Cállate asqueroso animal!
Fabián intenta suplicarme tomándome por los hombros, pero lo detengo cogiéndolo del brazo, ambos estamos en el suelo, sin embargo, a pesar de mi debilidad no me cuesta trabajo someterlo y siento su brazo en mi mano como si fuera un simple mondadientes. Puedo notar el terror en su rostro, sigue suplicando, pero estoy demasiado enfadado, su voz me enferma, lo sacudo una vez y le parto el brazo, no siento lástima al escuchar sus gritos, sólo quiero verlo sufrir.
- Dime, Carmila ¿Cómo se supone que termine con esto?
- Sólo déjate llevar por tus instintos, que el hambre guíe tu boca.
Volteo a ver su asqueroso rostro por última vez, sigue suplicando… sólo un impulso es lo que siento, un impulso frenético nada más…
- Eso es, Abel, a partir de ahora ya no tendrás que entregar nada, es hora de pedir…
IV
- ¿Qué hacemos aquí?
- Bueno, ya no podemos estar en tu casa, te estarán buscando y a ese recurso humano, además ese lugar no es muy seguro para estar de día, pero no te preocupes, no nos quedaremos aquí por mucho tiempo, ahora el mundo es tuyo, recuérdalo.
Es extraño, todo el lugar está sellado, no hay luz alguna y aun así puedo ver con claridad que estamos en un almacén que parece abandonado.
- Así es, tu vista es diferente, ahora caminarás bajo el velo de la noche, será tu eterna compañía.
- ¿Cómo lo haces?
- ¿El qué?
- Contestas lo que pienso.
- Sólo presta atención a tus nuevos sentidos. Ahora dirígete hacia esa ventana y dime lo que ves.
- ¡Imposible!... ¡¿Esa… es… la luna?!
- La luna que sólo nosotros podemos ver.
- Entonces, si hay cosas que sólo nosotros podemos ver, ese cuervo siempre ha estado contigo ¿No es así?
- Fue él quien me guio hacia ti, pero no es un cuervo, es lo que llamamos un íncubo y sí, siempre estuvo conmigo. Pero no te asustes de lo que tus ojos humanos no podían ver, todo lo que de ahora en adelante veas y percibas siempre ha existido… aunque, al parecer alguien se está encargando de hacer visible nuestro mundo para los mortales… pero eso no importa… por ahora…
- Esto es demasiado, puedo suponer lo que soy ahora, pero ¿Qué se supone que deba hacer? ¿Siempre será así, necesitaré de las personas?
- Siempre te alimentarás de los recursos humanos, no son nada más. Haces demasiadas preguntas, preguntas que tendrás que responder por ti mismo. Sólo recuerda qué es lo que quieres, Abel, porque a partir de ahora será lo único que te guie.
– ¡Espera! Aún necesito saber qué… ¿A dónde fue?
Caminar bajo la noche, alimentarme de… ¿estaré alucinando? No lo creo, ahora me siento más fuerte, siento que puedo hacer lo que quiera, ya nada ni nadie se interpondrá entre mi hija y yo.
Mi segunda noche, estoy ansioso por probar de lo que soy capaz. Necesito información, sé que no debo regresar a mi casa, pero aquel hombre debería traer algo que me sirva. No tengo nada que temer, hace falta más de un día para que empiecen a extrañar a ese bastardo, además me siento con tal energía que ningún hombre podría hacerme frente.
La puerta se quedó abierta, la sangre en el piso dibuja un extraño mural negro iluminado por la majestuosa luz de la luna que atraviesa la ventana, es una escena increíble. Nunca en mi vida me había interesado por el arte, pero esto, sin duda alguna, puedo considerarlo como una obra de mi propia autoría… Un celular, bloqueado, una cartera con bastante dinero… dinero, ahora entiendo porque ya no lo necesito, una tarjeta del abogado, nunca le pedí su número de teléfono, sólo esperaba sus llamadas, pero aquí está lo que buscaba, la dirección de su despacho.
Me siento con tanta energía, el cansancio de todos los días ha desaparecido, puedo caminar horas y horas. De hecho, ¡Nunca, ni en mis mejores días, me había sentido con tanta vitalidad!...
Dos tipos me interceptan en una calle solitaria, quieren asaltarme con una insignificante navaja, pero sólo me hacen enojar. Aunque no porte nada de valor me rehúso. Qué curioso, incluso el dolor que me provoca la hoja atravesando mi vientre me parece satisfactorio, aun así, sólo me retrasan… Tomo al primero del cuello y lo arrojo a un callejón, mientras que el otro tipo quien se había colocado detrás de mí se sorprende y su única reacción es clavarme su navaja en la espalda, pero sólo logra hacerme enojar más. Al voltearme y mirarlo se horroriza e intenta correr, pero es inútil, lo alcanzo de inmediato tomándolo del cabello y lo llevo al callejón junto al otro sujeto quien se había quedado adolorido, creo que se rompió algo, no puede moverse bien, sólo se queda mirando mientras consumo la vida de su compañero. No hay dónde correr, te toca a ti, le digo. Antes que empezara a gritar le rompo la boca y termino mi cena…
Sin lástima ni remordimientos, ahora es como dijo Carmila, ya nadie pasará sobre mí, me toca reclamar lo que quiero.
Sé que no debo levantar sospechas así que lo mejor será tomar el transporte público. Un viejo camión vacío y sombrío pero tranquilo, algunas de las luces ya opacas de la unidad parpadean por el polvo y el desgaste, las ventanas rayadas, otras con plásticos en vez de cristal y las puertas rechinantes me habrían hecho sentir cierta preocupación deprimente pero ahora me doy cuenta que es la gente la que hace que los viajes sean desagradables. Son las personas quienes haces inhabitable esta maldita ciudad, su incompetencia, su falta de interés, su desgano, apatía, conformismo... sólo se matan entre ellos. Mi hija, lo único valioso que puede ser salvado de esta pesadilla, lo único que vale la pena salvar… Una mujer muy altanera sube al camión, ¡Qué suerte tiene!
Bien, he llegado, aún tengo tiempo y la Torre Latino está a sólo unas cuadras. Su despacho está en el cuarto piso, no quiero hacer demasiado escándalo y la iglesia que está justo detrás no tiene vigilancia. Confío en mi nueva fuerza y agilidad para llegar hasta allá.
Saltar la reja no me fue difícil. Pese a lo que ahora soy, no me preocupa estar en la casa de Dios, los sacerdotes son más corruptos que los cerdos que nos gobiernan ¿Qué podría pasarme a mí si esos asquerosos pederastas comen y beben del cuerpo de Cristo con la misma boca con la que llevan a cabo sus mismos pecados?... Llego con facilidad a las ventanas traseras de la Torre. Entro sin hacer mucho ruido. Estoy en una cafetería del segundo piso, todo está en silencio, pero debe de haber cámaras por todos lados así que tendré que darme prisa. Subo por las escaleras de emergencia hasta llegar al cuarto piso, encuentro el número marcado en la tarjeta rápidamente, me veo obligado a forzar la perilla para entrar, no necesito luz y mi velocidad me ha dado una gran ventaja. Entre tantos papeles encuentro algunas notas sobre mi caso, o más bien el de Sara. Ahora lo entiendo, yo nunca tuve oportunidad, sólo estaba jugando conmigo. Aquí está, la dirección de su casa… ¿Qué es eso que escucho? Pasos, tenues, pero algo lejanos, son varios, ¡Claro! Alguna cámara debió de haberme detectado. Regreso rápidamente a la cafetería donde puedo ocultarme.
Veo las luces de sus lámparas, escucho que han llegado algunas patrullas, los policías se acercan más, tres de ellos suben por las escaleras, uno se queda en el pasillo mientras otros dos entran a la cafetería, inspeccionan el lugar, el primero revisa la parte del mostrador y de la misma manera silenciosa que quiso atraparme fue que terminó su vida con el cuello roto. El otro policía había entrado a la cocina, pero seguramente oyó el crujir de la muerte de su compañero a quien intenta llamar, me adelanto hacia él, lo someto rápidamente y le cubro la boca.
- Dime ¿Qué se siente? Morir para proteger el dinero de alguien más…
Salgo por la misma ventana por la que entré, una salida que nadie sospecharía. Debo apresurarme, seguramente le notificarán al abogado que alguien entró a su despacho, pero aquellos dos policías me darán algo de tiempo. Por fortuna, la dirección que indica este documento no está lejos, al maldito le gusta la buena vida. La Condesa, número 404 calle Ámsterdam.
V
No muy lejos de la casa de Sara. Estoy frente a la puerta del abogado, sé que está ahí, durmiendo tranquilo, nada podría pasarle, está a salvo en su cama, pero mi venganza se ejecuta esta misma noche… Llamo a su puerta unas cuantas veces hasta que contesta por el interfono.
- ¿Quién es?
-Soy Abel.
- ¿Abel? ¿Qué haces aquí a esta hora? Escucha, si vienes a ver lo de tu hija créeme que así no lograrás nada, debes de entender que…
-No se trata de eso, cometí un error, quise ver a Valeria, pero su madre me corrió con amenazas… Harry, acaban de asaltarme, no sabía a quién acudir ¿Podrías hacerme un favor y marcarle a mi hermano para que venga por mí?
- … ¡Vaya que te has metido en un lío! Están bien dame su maldito número, en un momento le marco.
-Claro, pero, ¿Podrías dejarme pasar? Está helando aquí afuera.
- …
- ¿Harry?
- ¡Está bien, está bien! pasa, abre la puerta cuando escuches el timbre.
- ¡Gracias!
Las luces del lujoso departamento se prenden, supongo que teme que le robe. Me recibe de inmediato vistiendo una ridícula bata de terciopelo, mientras intenta esconder algo en sus bolsillos…
- Abel, que insensatez la tuya, dame el número de ese hermano tuyo y acabemos rápido con esto.
- Aquí tienes…
- No contesta ¿Seguro que es el número correcto?
- Totalmente.
- Sabes qué, mejor llamaré a una patrulla para que te lleve a tu casa.
- Es una buena idea, Harry…
- … ¡¿Y ahora qué?!
Otro teléfono suena en su departamento.
- Espera aquí, Abel, no te muevas por favor, iré a contestar.
No necesito moverme para contemplar tus últimos momentos y menos para escuchar lo que ya sospechaba en esa llamada.
- ¡Sí, diga!... ¡¿Qué, cómo es eso posible?!... Entiendo, estaré ahí en la mañana, Gracias.
- ¿Todo bien, Harry?
- No, Abel, no. esta noche va de mal en peor, ahora resulta que alguien acaba de entrar a mi despacho y tengo que ir a hacer una declaración y tú aquí… cómo sea, llamaré a la patrulla, espero que no tarden mucho…
¿Un cigarro para calamar el coraje o para reflexionar?
- … Por cierto ¿Cómo diste con mi dirección? ¿Te la dio Sara?
- No, la encontré en tu despacho
- … ¡¿Qué?!...
No me parece más que un mísero muñeco de trapo al levantarlo de su estúpida bata.
- ¡Abel… ¿Qué, haces?!
- Ahora contéstame, Harry, ¿A dónde se llevarán a mi hija?
- Se supone que ya… lo sabes… a Holanda… ¡Aaagh!
- ¿Por qué mientes? ¿A caso no valoras tu vida? Encontré también el expediente del caso de mi hija y no dice algo sobre Holanda.
- Eso… es… porque apenas… se decidió… si me bajas… podremos charlar…
- ¡Oh! Pero yo no quiero charlar, ¡Quiero que me contestes!
- Vamos, Abel… tienes más que perder… ya… ya cometiste un delito…
En seguida saca un revolver de su bolsillo, lo detona un par de veces fracasando en ambos tiros… Fuertemente lo azoto contra el piso y escucho cómo se rompen sus piernas. Intenta gritar, pero no se lo permito.
- Hagamos esto en silencio ¿Quieres? Yo no voy a perder a mi hija porque ahora yo estoy sobre la ley. Escúchame, conozco a las sanguijuelas como tú, hacen lo que sea por dinero. Sé que no gané la custodia porque de mí no ibas a poder mantener tu ridícula vida. Te has dedicado a manipular la verdad para tus propios fines. Pero no te confundas, no soy un jodido moralista, sólo estoy cansado de que pasen sobre mí, tú alguna vez tuviste el poder de hacerlo y lo aprovechaste bien, pero ahora soy yo quien tiene el poder sobre ti, así que hazte un favor y por primera vez en tu asquerosa vida di la verdad ¡¿Dónde se llevarán a mi hija?!
- ¡A…Cuernavaca! ¡A Cuernavaca! Fue lo que ella… me dijo…
- ¿Cuándo?
- Mañana, eso es todo… lo juro…
- En ese caso no tengo tiempo que perder, sayonara, Harry
- ¡Espera! ¿Qué ha…?... ¡no!
- Pareces muy hambriento ¿No crees?
Una voz, pero no veo a nadie.
- ¡¿Quién está ahí?!
- Pero aún te falta el plato fuerte…
Ese sonido, aleteos… Claro… ¿Quién más?... ¿Me estará vigilando? Dudo que se interponga en mi plan. La noche es joven y Sara vive a unas cuantas calles, no me detendré por nada del mundo.
Aquella extraña sensación que tenía al recorrer esta calle ha desaparecido. Las sombras danzan bajo la luna, me dan la bienvenida en cada paso fúnebre y solitario. Mientras me acerco puedo escuchar su respiración, ahí está, esperándome entre sueños y tentaciones. Mi cruzada ha terminado, caso cerrado, yo gano.
VI
La casa oscura y tranquila, nada se mueve, hasta que un cuervo se estrella contra la ventana de la habitación de Valeria, pasan unos segundos y se enciende la luz. Valeria se asoma por la ventana, mi hija, mi preciosa hija, curiosa e intrépida, pero, sobre todo, bondadosa. Escucho sus tiernos pasos bajando por las escaleras, quiere ayudar… es mi oportunidad, toco la puerta y le hablo en voz baja.
- Hija, Valeria, soy yo, papá.
- ¿papi?
- Sí, asómate por la ventana para que veas que soy yo.
- ¡papi!
- Mi pequeña valiente, ¿Me dejas pasar?
- Sí, te abriré la puerta, afuera hace mucho frío.
- Gracias hija, te extrañe mucho.
- ¡Yo también te extrañé mucho! Tengo que ver un ave que se cayó.
- No te preocupes, el ave está bien yo vi cuando se levantó y se fue volando.
- ¿Pero crees que esté bien? ¿No estará lastimado?
- Te aseguro que está bien.
- Pero que tal que…
- ¡Sh! Ya no hablemos de eso, mejor dime ¿Ya empacaste para el viaje?
- Sí, papi, me cansé mucho porque mi mamá quería que me apurara… ¡¿eso quiere decir que irás con nosotras?!
- Mejor que eso, ustedes vendrán conmigo, pero es una sorpresa.
- ¡¿Y a dónde iremos?! Oye, ¿Puedo prender la luz? Casi no te veo.
- No, no, espera un poco más.
- Está bien, ¿Sabes? Me gustaría ir a la playa, no me gusta Cuernavaca.
- Lo importante es que estés feliz… Al parecer tu madre ya se despertó y se está dando cuenta de que no estás en la cama. Dime una cosa mi pequeña valiente ¿Qué es lo que más deseas?
- Lo que yo deseo es que estemos los tres juntos, como una familia.
- Y así será mi pequeña valiente, ven dame un abrazo…
La luz de las escaleras se prende…
- Valeria, hija ¿Estás ahí abajo?
Sara baja las escaleras, lo hace lentamente hasta que nota mi presencia y corre a prender la siguiente luz.
- ¡Abel! ¿Pero qué estás…? ¡Mi hija!
- ¡No, Sara! Ella ya no es tu hija.
Sara entra en shock después de un grito de horror, no sabe lo que pasa. Acuesto cuidadosamente el pequeño cuerpo de mi hija en el sofá, la miro un instante antes de cerrarle los ojos mientras pienso que ya no tendrá que sufrir más por los golpes de esta mujer.
- Valeria quiere que estemos juntos, los tres, como familia y aunque tú no lo merezcas también estarás con nosotros.
- ¡¿Qué… qué dices?! Mi… hija…
- Sara, le digo mientras acaricio su rostro, yo también siempre quise que estuviéramos juntos pero tú preferiste llegar hasta las últimas consecuencias para separarnos, no había nada de malo en nuestro amor. Todo iba bien hasta que descubrimos la ominosa verdad de los males de nuestra hija ¿De verdad no podías soportarlo? Ni siquiera fue nuestra culpa y aun así tanto fue tu horror que quisiste destruirnos a los dos, sí, Sara, sé que la golpeabas, pero ahora está a salvo conmigo.
- Te… odio…
- … Lo sé, y ahora te libero de esa carga tan pesada con este último beso, amada mía, hermana mía.
No había querido reconocerlo, aquellos nervios, aquella extraña sensación al pasar por esta calle se debía a que aún la amaba a pesar de nuestro pecado.
“En otras noticias, en la madrugada de hoy se reportó el ataque a dos policías en la Torre Latinoamericana. Esto ocurrió cuando un grupo policíaco acudió al llamado de la alarma que se activó en el edificio en cuestión, cuando en las cámaras de vigilancia se detectó a una persona allanando uno de los accesorios que corresponde a un prestigioso abogado. Las autoridades nos informan que capturaron al presunto delincuente, sin embargo, no han dado a conocer su identidad ni el lugar de su procesión. Los dos policías, lamentablemente, fueron hallados sin vida, sin más detalles de lo ocurrido. Por otra parte, el abogado que responde al nombre de Harry Maldonado fue encontrado sin vida en su departamento, asesinado de forma violenta, esto, después de que vecinos reportaran sonidos de detonaciones. Se sospecha de algún tipo de venganza…”
- Medios hermanos ¿Sabes, Abel? No elegimos a cualquiera para esto, no cualquiera conoce los yermos que se extienden más allá del límite de las leyes. Un padre insatisfecho de apetito voraz, una mujer nunca le fue suficiente y su legado quedó esparcido e indiferente a sus orígenes, pero creciendo como yerba entre las ruinas del abandono, hasta que el deseo juntó a los hermanos y concibieron bajo la tutela de la ignorancia.
- Yo no pedí esta vida, sólo me quedó aceptarla, no fue mi intención ser una mala persona ¿Por eso me elegiste? ¿Eso quieres decir? ¿Por qué soy una mala persona?
- No, te equivocas, aquí no hay malas ni buenas personas, ni justos ni injustos, no somos jueces de nada ni de nadie, nosotros le enseñamos al mundo que no es perfecto, que sus aspiraciones divinas son ilusorias.
- Entonces ¿Por qué yo?
- Porque eres nadie, con nada que ofrecer, excepto lo que no tienes, tu hija… A quien le prometiste nunca morir.
La marea sube, escucho las olas chocar en el risco, el sol cae frente a mí, poco a poco en el horizonte. A mis espaldas se alejan las voces demoníacas con las risas macabras de Carmila acompañadas de aterradores y gigantescos pasos. No me atrevo a voltear, no quiero ver su monstruosa forma, el horror y una extraña melancolía se apoderan de mí ¿A caso ni siquiera ya tengo derecho a mi propia muerte? ¿A caso mi destino es vagar en los desiertos junto a las extrañas criaturas de la noche? Sí, la luz ya no es para mí… Un pensamiento repentino llega a mi mente…Valeria… ¿Qué es lo que he hecho?
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