Raíces

 


A estas alturas me estoy arriesgando a que esto que escribo llegue a las manos correctas en quien confío vehemente para terminar mi investigación, divulgue y advierta sobre los horrores que están a punto de acontecer y de ser posible encontrarme en mi exilio… de lo contrario, si esto llega a manos equivocadas, que Dios se apiade de nuestras almas…

Mi nombre es Damián Cisneros, soy antropólogo, tengo 38 años, esposa y dos hijos. Quedé huérfano a los seis años de edad por razones que aún no me quedan claras y me veo obligado a recordar constantemente mi identidad para no perderla, y es que cada hora que pasa, el horror de lo que acabo de vivir me carcome poco a poco.

Hace dos meses mi tío fue asesinado a manos de su propio hijo, Israel, el acto lo llevó a la locura hasta el punto de arrancarse la lengua. Los psiquiatras creen que lo hizo para nunca hablar de ello, no sin antes dejar una extraña declaración que más bien tomaron como delirios sobre ciudades habitadas por los muertos, hombres que aúllan a la luna y cicatrices en las raíces de un abedul. Naturalmente quise conocer las motivaciones que lo llevaron a realizar tal acto ya que esto no les interesaba a las autoridades mientras mi primo esté cumpliendo su condena. Los psiquiatras solo lo mantienen encerrado, medicado y con diagnóstico de psicosis paranoide.

Comencé una investigación personal con la noble convicción de limpiar el nombre de mi querido primo y de pasada poder resolver los misterios de mi origen, el problema es que ahora no sé cómo vivir con lo ominoso e irreparable de mis actos. Que mi familia me perdone por este abandono, pero con todo el dolor de mi corazón me temo que me es imposible volver a mi vida anterior. A expensas de que este relato sea creíble o no, mi deber es exponer al mundo lo ocurrido mientras pueda conservar mi cordura.

En mis primeras búsquedas me di a la tarea de entrevistar a personas de sus círculos sociales. Encontré lo que ya sospechaba, Israel se había estado alejando silenciosamente de su vida social, lo que indicaba que efectivamente, había planeado el asesinato sin cómplices, en la intimidad de sus pensamientos, este dato lo confirmé sin error hasta mucho después, sin embargo pensé que tal vez alguien le pudo haber sembrado alguna siniestra idea que fuera germinando hasta lograr su cometido, y es que por los años que conozco a mi primo sé que es incapaz de un acto tan atroz, era difícil saberlo, así que lo siguiente fue buscar pistas en lo que alguna vez fue su hogar.

Rondé la casa dos veces en dos días por mis prejuicios morales de allanar una vivienda acordonada, aunque después pensé que era un delito ridículo que justificaba mis objetivos, así que al tercer día me escabullí cuidadosamente durante la madrugada por el patio trasero de la casa. Estando dentro no pude evitar sentir una especie de melancolía al pensar en la amorosa y pacífica familia que ahí vivía. Explorando el lugar noté el pésimo trabajo pericial que se realizó, era evidente que no les interesaba, sin embargo, esto me tranquilizó ya que así corría mucho menos peligro de ser descubierto.

Examiné minuciosamente cada rincón de la casa. Todo estaba en orden, como si el tiempo se hubiera detenido en el momento del asesinato. Solo su habitación era el único lugar que reflejaba la perversa erosión de su mente. Cajones salidos, papeles por todas partes, ropa regada y aun así la policía parece haber omitido todos estos elementos, ya que encontré algunas cartas de amor enviadas de Coahuila durante varios años por una mujer llamada Susana, lo siguiente es algo de lo más importante que en ellas contenía:

14 de enero

“Hola, espero te encuentres bien. No me gustaría perder contacto contigo. Sé que no puedes volver por ahora, solo quiero decirte que te echo de menos y que te estaré esperando con ansias…”

Con cariño: Susana

21 de enero

“Espero que te recuperes pronto. Estos días han sido difíciles…, mi madre no para de presionarme para que encuentre marido, no puede aceptar que al único que quiero es a ti… ¿Recuerdas que te conté que mi hermano vive en la ciudad? Si algún día lo ves dile que lo estaremos esperando…

Con amor: Susana

28 de enero

“Ayer tuve un sueño con la luna, me decía que estaríamos juntos como familia, que nos reuniríamos en el árbol sagrado para ser felices… Me gusta saber que también piensas en mí, sé que algún día estaremos juntos como la familia que algún día me contaste”

Siempre tuya: Susana

4 de febrero

“Lamento leer que siguas enfermo, si tan solo estuvieras aquí, mi madre podría ayudarte… Sabes, envidio la relación que tienes con tu padre, el nuestro nos hizo mucho daño y luego nos abandonó. El hecho que estés en la ciudad me provoca sentimientos encontrados, él también vive allá y no me gustaría encontrármelo nunca… Espero te mejores pronto”

11 de febrero

“¿Cómo has estado? ¿Te han dolido los ojos últimamente?... Me intriga tu última carta, comprendo que desees ayudarme, pero no me gustaría que te metieras en problemas por mí, aún hay muchas cosas que tengo que contarte, no desesperes… Yo seguiré escribiéndote”

18 de febrero

“Espera un poco más, algo está ocurriendo en el pueblo, no puedo explicarte, tal vez no creas en estas cosas, pero puedo asegurarte que es algo maligno… Yo te diré cuando podrás seguir ayudándome…”

P.D.: Te mandaré más hierbas para el dolor.

Al parecer, Israel tenía algún tipo de enfermedad y aquella mujer debía saber algo al respecto. Fue así que estas cartas llevaron mi búsqueda a la Sierra de Arteaga en Coahuila. Por azares del destino tenía un colega, Rodrigo, más bien un gran amigo que estaba realizando una investigación en un pueblo casualmente junto al del de mi destino. Así que le pedí apoyo para encontrar asilo y amablemente me lo consiguió en la posada de una agradable mujer llamada Carmen justo donde él se hospedaba. Me aventuré con una noble causa sin saber que ahí encontraría un destino sin retorno.

Rod me advirtió que no revelara mis objetivos abiertamente y que actuara como un colaborador de su investigación ya que la gente estaba sensible por todo lo que estaba ocurriendo en esos momentos. Me contó un poco de sus avances:

Su principal interés se centraba en las fiestas religiosas que se celebraban a ciertos santos durante diciembre, no obstante, sus costumbres se interrumpieron por la inexplicable desaparición de algunos niños, un evento que se daba cada año. Ya eran dos años seguidos que desaparecían tres infantes y otros dos durante el año en curso, la gente lo relacionaba con una bestia que gustaba de la sangre joven, pero nadie se atrevía a mencionar qué tipo de bestia era la que los amenazaba.

No sé cómo describir mi primera noche, estaba muy cansado, sin embargo, el aire sórdido y el fulminante silencio del pueblo me parecían escabrosos y macabros de una manera indescriptible a pesar de que incontables veces ya me había quedado en otros pueblos para mis investigaciones. En realidad, no sé si fue la superstición que el ambiente me provocaba o aquello que ya me acechaba, pero comencé a escuchar el rechinar de las tablas de madera del piso como si alguien estuviera en mi habitación, las ramas de los árboles que bailaban a la luz de la noche proyectaban sombras móviles a través de la ventana, casi puedo jurar que escuché una respiración en la esquina más oscura del cuarto. No sé si ya estaba dormido o era de esos momentos somnolientos en donde los sueños se funden con los sentidos de la vida diurna. Lo cierto es que jamás me había sentido tan inquieto y esto apenas era el preludio de lo que se avecinaba…

Por la mañana me sentía fatigado, el estrés nocturno que sufrí me había afectado. Sin embargo, el desayuno matutino me levantó los ánimos. Había quedado con Rodrigo para acompañarlo a hacer unas entrevistas, fue mi primera oportunidad para conocer el pueblo. No estaba lejos por lo que podíamos llegar a pie en un cuarto de hora. Mientras caminábamos me contó que los pueblerinos se estaban organizando para cazar a la bestia. Comenzaron con patrullajes nocturnos ya que era por las noches que atacaba. Los primeros dos niños ya habían desaparecido, así que cuidaban con especial cuidado a todos los que quedaban.

También mencionó que como pueblo son muy apegados y eso les permitió crear una unión emocional fuerte, tanto que no se dejaron desbordar por las desapariciones. Quisieron hacer algo, pero fracasaron, y es que no habían detectado algún indicio de cuando atacaría. Le pregunté cómo era que sabían que fue una bestia, si alguien la había visto, me dijo que en realidad nadie había tenido contacto con ella, pero que sí se han escuchado ruidos extraños en el bosque, gruñidos y aullidos que auguraban males ominosos. La gente dice no tener miedo, pero siempre se muestran renuentes para decir que es. Tal vez por alguna creencia mística o simplemente por el miedo que provoca.

Para la entrevista a la que lo acompañé me presentó con una familia muy agradable como su nuevo colaborador. Mientras él hacía su labor yo esperé afuera de la casa para no perturbar la confianza que ya había construido, algo que en realidad no me molestó ya que en ese momento no estaba interesado del todo en los relatos místicos y sobrenaturales de aquella gente. Me provocaba cierta curiosidad como cualquier investigador, pero yo estaba ahí por otras razones, necesitaba encontrar a aquella mujer.

Mientras esperaba y pensaba en cómo obtener información, mi vista divagaba en el paisaje pueblerino de pequeñas casas separadas considerablemente unas de otras por grandes espacios de tierra y fue que en un momento alcance a ver una pequeña silueta detrás de una casa lejana, me distrajo de mis pensamientos y al enfocar la vista me di cuenta que era un pequeño niño que me observaba, en aquel terreno éramos las únicas dos almas. Lo que se me hizo raro por el supuesto peligro que corrían los niños y más aún que su mirada estaba profundamente clavada en mí. Pensé que tal vez tenía cierta desconfianza por ser yo un total desconocido en un lugar donde todos se conocen por lo que el misterio se disolvió tras esa primera conclusión, sin embargo, aún pensaba que un adulto debía estar cerca de él y en cualquier momento aparecería. pero aquel niño continuó así por un largo rato, hasta que de pronto se echó a correr detrás de la casa. Estaba en terreno nuevo, no obstante, mi larga experiencia me ha enseñado a mantener la calma y a no formular conclusiones apresuradas por lo que pasé por alto aquel evento sin saber que ese niño me haría cambiar mis objetivos…

Después de su entrevista fuimos al centro del pueblo, donde me dijo que sería más fácil preguntar por la persona que buscaba, además que así la gente se acostumbraría a verme con él. Caminamos un largo rato y mientras, le conté sin reparos sobre mi primo y mi descubrimiento sobre el romance con aquella mujer y las cartas que se enviaban. Él se sintió algo extrañado de que le contase algo así de delicado con tanta naturalidad, pero justamente lo que no quería era que el tema se volviera un tabú y no se supiera la verdad completa.

Ya en el centro donde había más gente entramos a una fonda donde Rodrigo era bien conocido, me presentó con la cocinera y después de pedir nuestra orden, Rod le dijo sin rodeos que estábamos buscando a Susana. Después de meditarlo por unos momentos nos dijo que alguna vez había escuchado ese nombre, pero muy vagamente, también nos dijo que tal vez sea algún familiar de alguien del pueblo que van de visita y luego regresan a las ciudades, pero que si queríamos información fuéramos con la partera ya que ella conocía a cada persona del pueblo en especial a las mujeres.

Al salir de la fonda noté a Rod ligeramente consternado, le pregunté y me dijo que iba a ser algo complicado dar con la partera, que ya había escuchado hablar de ella y que incluso trató de buscarla, pero que era una persona muy reservada y misteriosa, que no se deja ver tan fácil. Y es que tenía un nieto pequeño por lo que podía pensarse que, de ahí su recelo, y es que además había algo extraño y era que, de acuerdo a algunos aldeanos, constantemente se adentraba al bosque por hiervas curativas. Rod sabía dónde vivía así que le sugerí hacer el intento de buscarla. No teníamos nada que perder así que aceptó. Tuvimos que tomar una combi. Prácticamente llegamos al lado opuesto del pueblo, justo a las faldas del bosque.

El lugar parecía más poblado que de donde Rod hizo la entrevista, solo que las casas estaban más desgastadas y varias de ellas tenían todavía techos de lámina. El ambiente oscuro y tétrico se debía en parte a los enormes pinos que se elevaban a más de diez metros de altura y que difícilmente dejaban pasar la luz del Sol, y también por las personas con ropas sucias y desgastadas además de esos ojos totalmente negros y profundos, pero Rod me comentó que se debía al tipo de trabajos que realizaban en aquel lugar y que a pesar de su apariencia también eran personas muy amables. Y en efecto, un anciano nos dio la bienvenida y nos ofreció algo de pulque. Preguntamos por la partera y aunque yo tenía algo de esperanza no tuvimos suerte. Ese día como todos, se había internado en el bosque por plantas curativas… ese maldito bosque… Osadamente le pregunté al anciano si había una hora a la que pudiéramos encontrarla. Ligeramente cambió su semblante y me contestó que solo por las mañanas se encontraba en su casa cuidando de su nieto y durante las noches cuando regresa del bosque. Naturalmente para nosotros era casi imposible estar ahí a esas horas, no había transporte y no debíamos quedarnos en ese pueblo.

Antes de partir, el anciano nos advirtió que si queríamos información evitáramos la hacienda Río Grande ya que el dueño había llegado al pueblo solo para dejar desgracias. Les quitaba las tierras a los campesinos y contaminaba los cultivos. El tono severo con que hablaba de esta persona denotaba cierto rencor. Y no era para menos, al parecer, era el hombre más odiado del pueblo además que sospechaban tenía que ver con los niños desaparecidos. Esta información era nueva para Rod.

No nos quedamos mucho tiempo y regresamos a nuestra posada antes de que la última combi dejara de pasar. Esa noche volví a tener pesadillas muy extrañas: De nuevo los pasos en mi habitación, me levanté y aparecí frente a un árbol negro, enorme y viejo, sus raíces se asomaban desde la tierra como enormes garras. Las pisadas continuaban sonando en la oscuridad por detrás del árbol, se acercaban, retrocedí lentamente mientras un largo brazo, negro con dedos largos y puntiagudos perforaba el tronco y sacaba de dentro un cráneo cubierto de sangre, mi respiración se aceleró. Me estremecí cuando aquel pedazo de hueso emitió un alarido y seguido, un grito espantoso, caí de espaldas y una enorme ciudad negra se erigió frente a mí…

Desperté muy agitado, todavía estaba oscuro y cuando logré calmarme volví a escuchar el rechinido de la madera del cuarto, esta vez más cerca, pero parecía que se alejaba hasta que el ruido cesó. Ya no pude dormir lo que quedaba de la noche…

Los dos siguientes días fueron rutinarios, Rod solo hizo observación participante en el centro del pueblo ya que ahí se encontraba la mayor actividad y constantemente se reunían para acordar qué actividades se realizarían para la protección espiritual y física de los niños, y el pueblo en general. En dichas reuniones pude ver que había algunas personas de aquel lugar a orillas del bosque, las reconocí por los ojos. Rod me comentó que era porque ellos son los encargados de esa protección espiritual y que es la más importante para el pueblo. Aun así, la partera seguía sin aparecer.

Las noches de estos dos días siguieron siendo incómodas, así que pedí que me cambiaran de habitación, les inventé que se filtraba el ruido de los animales e insectos y que yo era muy sensible a estos sonidos. Esa noche me fue mejor, esta vez las pesadillas no perturbaron mi sueño. Al día siguiente Rod mencionó que lo que aquel anciano dijo sobre la hacienda lo había hecho pensar y que a pesar de todo estaba decidido a ir a buscarlo. Naturalmente me pidió que lo acompañara y así lo hice… pero ahora creo que debimos haber hecho caso a la advertencia del anciano…

Por la misma aversión que le tenía la gente, nos vimos obligados a ir por la noche para no comprometer la confianza que ya habíamos ganado. Rod estaba emocionado ya que la aventura nos haría regresar caminando un largo rato bajo las estrellas sabiendo que no alcanzaríamos transporte de regreso. Sería la primera vez que nos atreviéramos a algo así. Era una oportunidad para ambos, Rod obtendría información fresca para su investigación y yo, con mi insignia principal de investigador, aprovecharía cada oportunidad para acercarme a Susana.

Al arribar al lugar y notar el gran tamaño de la hacienda no me sorprendió que los lugareños tuvieran tal aversión. Era evidente que el dueño tuvo que pagar una gran cantidad de dinero para obtener un espacio así de invasivo. Tuvimos la suerte de que en ese momento iba llegando una camioneta y quien la conducía era el mismo dueño, un hombre de mediana edad, fuerte, de carácter serio pero templado. Llevaba en la parte de carga a cinco doberman bien adiestrados. En el momento en que mi amigo se presentó y le mencionó su nombre, el hacendado hizo una expresión de sorpresa y nos hizo pasar con entusiasmo.

–Mi nombre es Baltazar, siéntanse bienvenidos. Ya había oído hablar de usted y su investigación, mis sirvientes me platican a veces. Como se dará cuenta la gente del pueblo no me tiene mucha estima que digamos, pero no se pueden negar a hablar con los suyos, y mis sirvientes son buenas personas. He escuchado las historias de los niños desaparecidos, es una tragedia, lo siento mucho por sus padres, pero su irresponsabilidad es algo innegable, las personas de aquí son descuidadas, no solo con sus familias, también con sus recursos, fácilmente podrían sacar provecho y enriquecerse, pero prefieren sus prácticas religiosas que de poco les sirven para sus verdaderos problemas.

– ¿Usted sabe algo de esas desapariciones? Preguntó Rod.

Lo mismo que todos en el pueblo, nada más. Tres niños por año durante tres años, este es el tercero y ya han desaparecido dos. Dicen que es una bestia, pero ¿Qué bestia puede llevarse a unos niños de manera tan planeada? Esto es obra de una persona. Yo vivo aquí solo, sin familia, es una gran ventaja para los negocios…

Rod continuó con sus preguntas, sin embargo, la entrevista no podía alargarse tanto tiempo así que tuve la osadía de preguntarle por Susana, lo pensó por un momento…

–Conocí a una Susana, la vi solo una vez en el mercado, salía con uno de mis empleados de ese entonces. ¿Qué interés tienes en ella, muchacho?

–… Es parte de la investigación, creemos que puede tener información relevante. Por cierto, dice que salía con uno de sus empleados, ¿Cuál era el nombre de ese empleado?

–Su nombre era Israel… Díganme una cosa ¿Ya han ido a ver a la partera?

–Lo hemos intentado sin éxito, Contestó Rod.

–Me siento obligado a decirles que deben mantener a raya sus investigaciones. Hay asuntos en estas tierras que no le conciernen a la ciencia y tienen que ser manejados con la especial delicadeza de la discreción. Y hay personas de las cuales es mejor mantenerse alejados.

Estaba a punto de preguntarle por Israel, pero en ese instante entró a la casa un hombre viejo, de aspecto cansado y una expresión de fastidio. Vestía ropas de campesino, sucias y maltratadas que recordaban a las personas de los ojos negros, también llevaba unas botas cubiertas de lodo y fango, Baltazar nos los presentó simplemente como Adrián, su capataz. Nos explicó que también era el guardabosque del pueblo. Apenas nos saludó, aunque noté un atisbo de sorpresa al verme, me miró por unos segundos y se retiró luego de decirle a Baltazar que iría a terminar el trabajo con los animales. Pensé que era un abuso hacer trabajar a ese pobre hombre a altas horas de la noche, pero aquel capataz, pese a su edad presumía una buena figura física y entregado por completo a su trabajo. Cuando lo vi alejarse no pude evitar notar su extraño andar, se tambaleaba ligeramente con cada paso que daba, pero lo más curioso era que solo apoyaba las puntas de los pies dejando un pequeño espacio entre el talón y el suelo mientras se inclinaba hacia adelante, haciendo un curioso sonido con el ritmo de sus pasos.

Nuestra tan esperada caminata nocturna no se dio ya que Baltazar nos ofreció amablemente asilo en su hacienda. Nuestras habitaciones eran grandes y lujosas. La vista que yo tenía en mi ventana era especialmente inquietante; estaba en el segundo piso mirando hacia el pueblo, podía ver los techos de las casas alumbrados por la luz de la luna, y al fondo podía ver también el bosque y sus árboles moviéndose con el viento nocturno… en ese momento no sabía si mi vista me engañaba por lo cansado que estaba o si aquello que vi en el bosque tenía que ver con todo esto… Divisé por primera vez una luz que se movía entre los enormes árboles dirigiéndose hacia el pueblo, traté de no darle importancia porque pensé que tal vez podía ser alguna persona con una antorcha. Pero aquella luz era anormalmente grande y brillante y se movía demasiado rápido. Me dispuse a dormir tratando de ignorar aquel extraño fenómeno.

A pesar de mi ya exasperante cansancio, no podía soportar el molesto ruido del viento, animales e insectos nocturnos, parecía que la noche de aquel pueblo conspiraba para no dejarme dormir. Aun así, creo que pude conciliar el sueño unas cuantas horas o tal vez minutos ya que un sonido me puso alerta; eran unas pisadas dentro de la casa que se anunciaban acercándose a mi habitación, subían las escaleras llegando al pasillo hasta la puerta, podía ver una luz debajo de ella y la sombra de alguien que se postraba del otro lado. Se detuvo… me incorporé cuidadosamente por si tenía que actuar rápido. Sabía que era él, aquel capataz de extraño andar, lo sé porque reconocí el sonido de sus botas. No sé cuánto tiempo estuvo ahí parado, tal vez solo unos minutos o segundos, yo solo sentía la adrenalina por mi cuerpo hasta que, así como llegó se alejó, lento y cauteloso. Traté de calmarme, pero de nuevo no pude dormir. El resto de la noche el aire se hizo más violento, golpeando la ventana como si tuviera la conciencia de querer entrar, también los sonidos de los insectos eran más apabullantes, pareciera que algo hiciese hecho enojar a algún Dios noctámbulo. Por primera vez me sentí solo y vulnerable.

Todo se fue tranquilizando con los primeros rayos del Sol, me sentía demasiado fatigado, física y mentalmente, solo quería ver a Rodrigo y regresar a la posada de Carmen. A pesar de todo, aquello solo era el principio de lo que se avecinaba. Me levanté y mientras me vestía otros pasos se acercaban, pero más de prisa, tocaron mi puerta, era la sirvienta avisándome que el desayuno estaba listo. Ciertamente yo ya no quería permanecer más tiempo en ese lugar, aunque tampoco quería ser grosero con la invitación así que actué los más normal y tranquilo posible.

Al salir de la habitación me encontré con Rod en el pasillo, le dije que no pude dormir, me replicó que él tuvo la misma suerte, de pronto su vista se postró detrás de mí con extrañeza. Voltee y vimos un símbolo dibujado tenuemente en la puerta de mi habitación; era un círculo con una cruz simétrica y un círculo más pequeño en medio. Me dijo que estaba desconcertado porque una de sus primeras tareas estando en el pueblo fue la recopilación de los simbolismos y que aquel era uno que no reconocía, ni siquiera tenía parecido con algún otro que haya visto antes. Le conté que seguro fue obra de aquel capataz que llegó por la noche. Los dos estuvimos de acuerdo en que lo mejor era salir de ahí lo más pronto posible.

Durante el desayuno, Rod no estaba seguro de continuar con la entrevista, así que me adelanté y le pregunté a Baltazar sobre la relación entre Israel y Susana, me miró y con una sutil sonrisa me dijo – Israel era uno de mis mejores trabajadores, inteligente y audaz, pero ingenuo con las mujeres, se había enamorado muy rápido de aquella muchacha de ojos negros y eso, mi querido amigo es imposible, puedes desear a una mujer por su cuerpo escultural, pero solo te puedes enamorar por sus ojos y los de esa gente son vacíos, nada bueno alberga en esas almas. Tuve que mandar a Israel de vuelta a la ciudad, éste ya no era lugar para él.

Me reservaré el contar lo que sucedió los siguientes tres días ya que lo verdaderamente preocupante ocurrió durante las noches en la posada de Carmen; la primera fue turbulenta, el aire golpeaba mi ventana de nuevo, pensé que se trataba de algún extraño fenómeno meteorológico pero al día siguiente me di cuenta que solo había ocurrido fuera de mi habitación, las demás ventanas de la posada estaban casi intactas, apenas tenían atisbos de tierra por la misma ventisca pero únicamente la mía estaba cubierta con insectos aplastados.

Al regresar a mi habitación después de realizar más entrevistas, sentí un pequeño bulto debajo del tapete que estaba frente a mi puerta, revisé y encontré un medallón hecho del mismo símbolo que el que estaba pintado en la hacienda. Me sentía terriblemente cansado de no poder dormir y encontrar esto me hizo enfadar. Traté de calmarme y le pregunté a Carmen si alguien había estado en mi habitación, me dijo que no. Su respuesta me hizo enfadar más así que fui más específico y le pregunté si aquel capataz había estado en la posada, contestó que sí, que a veces pasa a la fonda a comer algo y luego se va. Le mostré el medallón y le pregunté si lo reconocía, se sorprendió y me dijo que era un símbolo maldito que debía sacarlo de ahí de inmediato. Ya estaba anocheciendo, salimos hacia la carretera indicándome que enterrara el objeto bajo tierra, Carmen se persignó y regresamos sin más explicaciones.

Esa segunda noche fue peor… el viento azotaba con más fuerza hasta que logró abrir mi ventana, los insectos entraron frenéticamente, estaban por toda la habitación, me levanté disparado tratando de cerrar la ventana, pero fue inútil, cada vez entraban más y más y lo único que pude hacer fue salir de ahí. Estaba muy alterado y enojado por lo que también perturbé el sueño de los demás. Carmen salió de inmediato y me pregunto qué estaba ocurriendo, le grité que sus ventanas no servían, me quejé del pésimo servicio y maldije tanto como pude. Sin embargo, ella parecía entender mi molestia, y tranquilamente me dijo que arreglaría la sala para que pudiera pasar la noche ahí, ya que las demás posadas estaban ocupadas. Siempre le estaré agradecido por su hospitalidad y paciencia, aunque de nuevo no pude conciliar el sueño. Al día siguiente pudimos constatar que la habitación había quedado arruinada por el ventarrón y los insectos. Carmen dijo que lo arreglaría durante el resto del día y que quedaría bien para la noche ya que no podía ofrecerme otra habitación. A pesar de mi insomnio, me sentía apenado por mi comportamiento anterior, me disculpé y acepté humildemente las molestias que se tomó.

Volví a salir con Rod durante la tarde para más entrevistas. De regreso, mi habitación estaba impecable como si nada hubiera pasado, como si solo hubiera sido un mal sueño, suponiendo que hubiera tenido alguno... Esta vez todo parecía estar en orden, aun así, me sentía ansioso.

La tercera noche comenzó tranquila, no había viento que rompiera la ventana reforzada, por fin sentía que podía descansar un poco… Sin embargo… No sé en qué momento el sueño me atrapó, solo recuerdo que de pronto abrí los ojos, aún era de noche, y no podía moverme, la famosa parálisis de sueño, traté de relajarme, fue inútil. Podía ver la luz de la luna que alumbraba mi cama, más el resto de la habitación estaba oscuro, un inmenso miedo se apoderó de mí al escuchar pasos desde la esquina más alejada, tenía la impresión de que eran los de un animal con pezuñas, se acercaba, cada paso aumentaba mi desesperación. Traté de convencerme que era parte de un sueño hasta que las cobijas comenzaron a moverse descubriendo mi cuerpo. Entré en pánico y más aún cuando una silueta se hizo visible ante mis ojos, era enorme, llegaba hasta el techo… de pronto, con un movimiento brusco me despojó por completo de mis cobijas, se postró frente a mí, era algo espantoso; una entidad humanoide sumamente delgada con cabello largo y alborotado, tenía un par de cuernos torcidos, vestía ropas negras y desgastadas, dedos largos y negros con uñas como pequeñas navajas que me señalaron, más su horrible expresión era lo más aterrador. Aunque su cabello cubría su rostro podía notar sus ojos sumidos en sus cuencas y una macabra sonrisa con dientes afilados me gritaron ¡Te encontré! Después, sentí que abrí los ojos y me incorporé rápidamente. Mi respiración era pesada y mi sudor frío… Seguía oscuro, de nuevo no pude dormir.

Al día siguiente, Rod tenía programada otra entrevista, pero yo ya estaba demasiado cansado, apenas podía mantener los ojos abiertos, le dije que me sentía mal y que prefería no acompañarlo, pero me replicó que ese día era especial y no debía faltar porque esa misma mañana llegó a la posada un hombre del norte llevando un mensaje de la partera para Rod diciéndole que se había enterado que la estaba buscando y que podíamos ir a verla esa misma tarde. Evidentemente yo era el más interesado así que finalmente accedí.

Traté de despabilarme, pero mi agotamiento era incólume. Llegamos al norte, nos recibieron con la misma amabilidad que la primera vez. Luego nos condujeron hacia las faldas del bosque. Arribamos a una pequeña choza negra de madera de donde salía humo de una pequeña chimenea. Nos hicieron pasar… Apenas puedo describir aquel extraño lugar, había poca luz, no obstante, pude notar que todo estaba hecho de madera, y la iluminación se generaba en parte por la luz del sol que entraba desde algunas minúsculas aberturas en las paredes y por destellos púrpura que recordaban la luz neón, no sabíamos que eran, solo estaban ahí brillando de entre algunas esquinas o detrás de objetos, daba la impresión de ser una bóveda celeste. La voz de una anciana nos dio la bienvenida, y se presentó ante nosotros como “la partera”.

Evidentemente esperábamos que nos diera una entrevista, pero de inmediato se dirigió a mí y mencionó a Susana, dijo que era su hija. Se disculpó por ser una persona difícil de encontrar pero que su labor no le permitía estar mucho tiempo entre la gente, que requería ir constantemente al bosque por plantas medicinales. A partir de aquí trataré de transcribir la conversación ya que será fundamental para quien lea esto:

Partera: Ustedes son hombres de ciencia ¿no es así? Sé que han escuchado sobre las desapariciones de los niños. Estamos muy preocupados por esta situación. Entenderá usted que mi hija debe mantenerse oculta por mi nieto, no sabemos cuándo será el siguiente ataque de la bestia. Si ustedes quieren hablar con mi hija será con mucha discreción.

Yo: Entiendo y espero tener la oportunidad de poder tener una entrevista con ella.

P: Haré los preparativos para que esta misma noche puedan verla. Sé que vienen del pueblo vecino y por desgracia nadie de aquí los puede llevar de regreso a esas horas así que la condición es que pasen unas noches con nosotros.

Rod y yo cruzamos miradas, estábamos frente a una gran fuente de información para ambos así que tratando de ocultar nuestra incomodidad aceptamos.

Partera: Tomaron una buena decisión, créanme que este es el lugar más seguro del pueblo, estamos preparados para cualquier ataque y la paz nocturna es mucho mejor que allá abajo, se los puedo asegurar.

Rod: Dígame ¿Por qué en este pueblo? Las desapariciones no ocurren en otros lados ¿Qué tiene de especial este lugar?

Partera: Es una larga historia, una historia de venganza. Hace 42 años aproximadamente vivía aquí una familia muy especial; tenían la magia, magia que utilizaban para servicio y protección del pueblo contra las brujas. La pareja concibió tres niños, con magia también, pero luego nació un cuarto hijo, una pequeña niña, lamentablemente ella no heredó esos dones, motivo por el cual fue rechazada de inmediato, y no me refiero a que la hayan echado, no, ella vivió con sus padres casi toda su niñez, más bien fue el desprecio lo que no la hacía sentir en una familia. Sus hermanos eran crueles, la trataban más como un animal que como un ser humano, hasta que, en la noche que cumplió ocho años decidió escaparse hacia el bosque donde no fue vista jamás. La familia se separó por culpa de la niña, el pueblo los condenó por haber perdido a un miembro de su corral lo que les costó que la familia ya no compartiera su magia con ellos, pero el pueblo no podía perdonar tal pecado. Los años pasaron y los padres murieron. Fueron enterrados en el viejo abedul de la familia, dejando a los hermanos desmoralizados. Con su magia débil, cada uno tomó su camino fuera de este pueblo.

Rod: Una niña que escapa de su casa, ya. ¿Pero eso que tiene que ver con todo este asunto de las desapariciones y la venganza que mencionó al principio?

Partera: Que aquella noche de su escape, dejó una marca en la familia; tomó un cuchillo y lo hundió en la pierna de uno de sus hermanos, por defensa, claro, pero fue una marca que nunca se olvidaría. Volcaron su ira contra el pueblo por su desprecio y por la frustración de no poder encontrar a la niña. Desde entonces aquella familia la ha estado buscando y fue que apenas hace tres años decidieron enviar a sus bestias míticas para vengarse de nosotros. Por eso desaparecen los niños. Ahora nosotros sufrimos sus pecados, nuestros hijos no tienen la culpa de nada, por eso nos preparamos a diario para enfrentar su siguiente ataque.

Rod: ¿Usted la ha visto? ¿A la bestia? ¿Qué tipo de bestia es?

Partera: Sí, la he visto, es un nahual. Toda la familia tenía la habilidad de la teriantropía, esa era su magia, excepto por la niña… ella tenía otras habilidades, habilidades despreciadas por su familia, podía hablar con las plantas. Esa es la historia, en resumidas cuentas. Sé que quieren saber más, pero es hora de irme. Mandaré arreglar sus habitaciones y en la noche podrán hablar con Susana.

Yo: ¿y qué pasó con la niña? ¿Alguien supo siquiera si sobrevivió?

Partera: Se perdió en el bosque, eso es todo…

Agradecimos la entrevista y dos hombres nos llevaron a nuestras posadas. Traté de descansar por la tarde, pero aquella historia me dejó pensando por un largo rato. No era la primera vez que escuchaba una así de descabellada, aunque por alguna razón intuía que esto tenía que ver con lo que yo estaba buscando.

Eran las diez de la noche cuando tocaron a mi puerta para avisarme que podía realizar mi entrevista con Susana. En el camino me reuní con Rod quien también estaba escoltado. Caminamos entre veredas y casas hasta llegar a una choza en medio de las demás, era como si estuviera protegida. Uno de los hombres tocó la puerta en clave. Nos abrió una mujer joven y hermosa, vestía un camisón largo y una gabardina.

–Buenas noches, Soy Susana, adelante.

Entramos a la pequeña casa, los hombres que nos acompañaban se quedaron afuera resguardando. Tímida e insegura nos ofreció algo de café, de pronto, un pequeño niño se asomó, mi sorpresa se hizo evidente ya que era el mismo que vi el primer día que estuve en el pueblo. Llamo a Susana “mamá”, para pedirle atención. Se lo llevó y luego regresó con nosotros.

-Qué simpático niño, le dije

-Su nombre es Gabriel, tiene seis años, aunque es muy tranquilo no se preocupen, no nos interrumpirá.

- Está bien, me agradan los niños, tengo entendido que te están cuidando y a tu hijo.

- Sí, tenemos que tener cuidado de la bestia…

- ¿El nahual?

- … Así es

- Me gustaría ir al grano y que me contaras sobre Israel.

- El único Israel que conocí es el padre de mi hijo, pero hace seis años que no lo veo.

- Es la edad de Gabriel, ¿Quieres decir que nunca lo conoció?

- No, ni siquiera sabe que existe.

– ¿En seis años jamás le dijiste que tiene un hijo? ¿Por qué?

– Sabía que si él se enteraba regresaría al pueblo a verlo.

– ¿Y eso no hubiera sido bueno para ti?

– Él no debe regresar, si aquel hacendado se entera, lo mata, fue él quien lo regresó a la ciudad, lo acusó de ladrón. Y yo no quiero que le pase algo. ¿Por qué me preguntan tanto sobre él? ¿Está bien?

– Porque es mi primo, y no, no está bien. Está encerrado en un hospital psiquiátrico por cometer un grave crimen y necesito de tu ayuda para saber los verdaderos motivos de sus actos.

Sentí la mirada de Rodrigo diciéndome que me estaba precipitando, pero en ese punto ya no me importaban los protocolos…

–No sé cómo ayudarlo, solo nos comunicábamos por medio de cartas, pero hace unos meses que ya no me escribe.

–Solo necesito información del tiempo que estuvo aquí, quiero saber qué le pasó, cómo fueron sus días y si Baltazar tuvo que ver algo con su locura.

–… Bueno, no hay mucho que contar, recuerdo que el vino aquí a buscar a un familiar y estuvo trabajando con ese que usted llama Baltazar. Yo lo conocí en el mercado, fue amor a primera vista, él comenzó a buscarme, me enamoré, pero tuvo que regresar a la ciudad por lo que ya le conté. Solo sé que el hacendado ese lo trataba muy mal, siempre estaba estresado y por eso enfermó. Por una parte, me alegró que se fuera.

– Dices que se comunicaban por cartas ¿Aún las tienes?

– No, ya no, desde que dejó de escribirme me deshice de ellas, pensé que ya no me quería.

– Lo siento, pero ¿recuerdas que decían esas cartas?

– Eran románticas, A veces me contaba lo que hacía en sus días, pero nada más, no sé qué más podría servirle a usted…

– Lo que pasa es que encontré unas cartas que le mandaste y me parece que le pediste ayuda para algo.

– Ahora que lo menciona, sí, le pedí que buscara a mi hermano, tenía que darle un mensaje de parte de mi madre.

– ¿Cuál fue ese mensaje?

– Ya no recuerdo bien… solo, que no se demorara en regresar y traer lo que le había pedido, algo para el negocio. Pero eso ya tiene tiempo, no recuerdo qué fue…

– ¿Estás segura que no recuerdas algo más? ¿Algo raro que te haya escrito?

– De verdad, no recuerdo nada más, siento no poder ayudarlo como esperaba.

– Dígame, ese hermano suyo ¿Cree que pueda hablar con él?

– Lamentablemente ya no está con nosotros y preferiría no hablar de eso, si no le molesta…

– Lo siento mucho, no volveré a tocar el tema. Si no te importa me gustaría seguir platicando contigo otro día por si llegaras a recordar algo más.

– ¡Claro!, Con mucho gusto, puede pasar mañana a esta hora.

– Una cosa más, ¿Qué síntomas le ocasionaba su enfermedad?

– Bueno, él me contó que tenía mareos, insomnio, pesadillas, dolor de cabeza y ojos. Supongo que así es el estrés.

Por un momento llegué a pensar que todo esto había sido una pérdida de tiempo, no sé si de verdad no se acordaba de haberle pedido algo más que pasar un mensaje o estaba mintiendo. El único indicio de algo que le haya pasado a Gabriel era el supuesto estrés, pero se me hacía imposible de creer que eso haya ocasionado su locura. Ya no sabía que pensar, también estaba el asunto de Baltazar. Estaba comenzando a sospechar que ese hombre era más malo que lo que contaba la gente y que tal vez mis respuestas estaban en esa misteriosa hacienda.

Visité a Susana la noche siguiente, y la siguiente, y así sucesivamente. En cada visita tomábamos un té servido y preparado por Gabriel, un té de sabor exótico que me relajaba de manera perversa. Pronto me di cuenta de dos cosas muy importantes y una tercera que de no haber sido por Rod no lo hubiera notado; La primera, que ya no visitaba a Susana solo por las entrevistas, hablábamos de Israel, pero también de nosotros. La segunda cosa era que mis noches habían sido más tranquilas desde que llegué ahí, mi insomnio y pesadillas habían desaparecido… La tercera cosa que me advirtió Rod fue que solo vimos a la partera una vez y ya no volvimos a tener contacto con ella. Intentó llamarme la atención por estarme involucrando sentimentalmente y que me estaba desviando de mi objetivo. Claudia, perdóname por mis acciones, pero más adelante explicaré cómo es que esto fue una perversa manipulación.

Efectivamente me estaba enamorando de Susana, no sé cómo pasó, pero de pronto estaba dispuesto a cuidar de Gabriel, que a fin de cuentas es mi sobrino, empecé a tomarle especial cariño, no podía permitir que algo le pasase, tenía que protegerlo de aquel nahual a toda costa…

Los días que estuvimos ahí nos enseñaron a usar los rifles y escopetas para enfrentarnos al nahual cuando llegara el momento. Rod no estaba de acuerdo en que nos quedáramos tanto tiempo ya que el no ver a la partera era pérdida de tiempo y los demás aldeanos no compartían suficiente información. Tuvimos una pequeña discusión, nada grave, al final lo convencí de que nos quedáramos un par de días más… algo de lo que ahora me arrepiento como no tienen idea.

Esa noche comenzaron las lluvias. Estaba intentado dormir cuando escuché una detonación, salí de mi habitación, los aldeanos se estaban movilizando, Rod también alertó el escándalo, los gritos decían ¡La bestia! ¡La bestia! ¡Está aquí! Lo primero que pensé fue en Susana y Gabriel así que corrí a su casa. Seguía escuchando los disparos, pero no veía nada. Llegué a su casa, estaba vacía. Los disparos seguían y yo comencé a desesperarme. Fui a la choza de la partera, la puerta estaba abierta, temí lo peor. Entré con precaución buscando signos de vida, pero esa choza también estaba vacía, sin embargo, algo llamó mi atención; entre las extrañas luces violetas que iluminaban el macabro lugar vi colgado en un perchero un objeto familiar, era el camisón blanco de Susana, detrás había un pequeño buró donde reposaba una horripilante peluca, los cabellos estaban adheridos de forma natural al cuero cabelludo.

Quise salir de ahí corriendo, pero mi curiosidad era más fuerte, revisé rápidamente el lugar y en la mesa donde noches antes estábamos platicando con la partera había una pequeña y vieja caja de metal, la abrí y su contenido me hizo sobresaltar, eran las cartas de mi primo. De pronto escuché un extraño ruido, pequeños golpes repetidos y muy tenues. Entré a la habitación de dónde provenía el sonido, mi vista se había acostumbrado a la oscuridad, no había nadie, el sonido se generaba de debajo de la cama… quienes me conocen saben que ya antes me había topado con cosas extrañas pero explicables, a fin de cuentas, lo que vi me heló la sangre como nunca antes, unos pies negros zapateando en el piso, solo eso, sin cuerpo que sostengan. En ese momento salí corriendo, no sin antes tomar algunas de las cartas de la caja de metal.

Seguía lloviendo, regresé a la casa de Susana, aún no había nadie, me extrañó que los aldeanos no parecían preocupados por su ausencia ni la de la partera, sentía que estaba enloqueciendo, los disparos habían cesado y yo fui obligado a regresar a mi posada. Revisé las cartas de Israel, al parecer había algo más que solo buscar a un familiar. En algunas cartas Israel decía que se rehusaba a hacer algo, dejaré lo más importante escrito aquí:

13 de febrero:

“Aún me siento muy mal, sigo sin poder dormir y sí, últimamente me han dolido los ojos, a veces es insoportable, sé que no quieres que me meta en problemas por ti, pero te quiero, y haré lo posible por encontrar a quien te hizo daño, solo dime qué tengo que hacer…”

16 de febrero:

Estoy siguiendo las señales como me has indicado, creo que me estoy acercando a esa persona, te aseguro que va a pagar por todo el daño que te hizo. Eres todo lo que tengo en la vida y daría cualquier cosa por ti. El dolor es cada vez más insoportable y las hierbas ya se me terminaron, ¿Crees que podrías mandarme más?

25 de febrero

Espero estar pronto contigo, sabes que te creo en todo lo que me digas, pienso en ti todo el tiempo, sueño contigo todas las noches, no importa lo mal que me sienta, terminaré la encomienda que me diste y aunque tenga que enfrentarme a Baltazar, regresaré a tu lado cuando acabe con este asunto.

P.D. Gracias por las hierbas, el dolor se ha calmado

 

 

10 de marzo

Estoy algo confundido con lo que estoy encontrando, seguí todas las pistas como me dijiste, solo espero no equivocarme. Únicamente quiero verte cuanto antes sin importar lo que tenga que hacer para lograrlo…

17 de marzo

No sé si puedo hacerlo, ni siquiera soy capaz de escribirlo, te suplico que me des otra señal para asegurarme que estoy haciendo lo correcto. Además, los dolores son cada vez más fuertes y más seguidos, las hierbas se acaban rápido. No me malinterpretes, no dejo de confiar en ti, solo eso te pido, una señal más…

 

Otra vez no podía dormir, le daba vueltas a las ideas que rondaban por mi cabeza, no sabía que pensar, tenía miedo de que mis sospechas fueran ciertas, necesitaba las cartas faltantes. Pensé en regresar a la choza de la partera así que esperé a que la multitud se disipase observando por la ventana, pero de pronto, vi de nuevo aquella antorcha bajando del bosque, a esa distancia parecía más bien una bola de fuego que al llegar al pueblo desapareció justo en la dirección de la choza de la partera.

En la mañana del día siguiente busqué a Rodrigo y le conté lo que había descubierto la noche anterior y lo que había visto. Su respuesta me impresionó, dijo que todo eso se le conoce comúnmente como brujería, lo extraño era que no había escuchado hablar de esas prácticas en el pueblo. En ese momento recordé aquel símbolo en la hacienda de Baltazar y el medallón en la puerta de mi antigua habitación, le conté lo que Carmen me había dicho sobre su significado. Así que estuvimos de acuerdo en ir a buscar a Baltazar ese mismo día. Tuvimos cuidado de que nadie supiera donde fuimos. Pregunté de inmediato al hacendado sobre el símbolo. Por desgracia estuvimos obligados a contarle que estábamos quedándonos con la gente de la partera ya que nos vio entrar a esa parte del pueblo y no nos vio salir hasta ese momento. Eso hizo cambiar su expresión amable a una de enojo y nos corrió de la hacienda sin darnos tiempo de preguntar algo más. Además, nos advirtió que si seguíamos cerca de ella nos iría muy mal.

Regresamos con la partera, durante el camino tuvimos la sensación de que nos estábamos quedando solos, fuimos entrando en un conflicto que creíamos nos era ajeno, lo cual no era verdad… De regreso a la aldea, nos sentimos amenazados ya que nos cuestionaron todo sobre nuestra ausencia, se dieron cuenta que fuimos a Río Grande, la furia de sus rostros nos hizo responder con cautela. Les dijimos que teníamos una entrevista programada para ese día. Aunque estaban obligados a creernos, no dejaron de vernos con sospecha. A partir de ahí ya no nos dejaron salir de nuestras posadas, era un hecho, estábamos secuestrados.

Durante la caía del alba escuché un escándalo, intenté ver lo que ocurría, pero el hombre que cuidaba mi puerta no me dejó salir, no obstante, pude alcanzar a ver desde la ventana que los aldeanos estaban impidiendo el paso a Baltazar, estaba acompañado de sus perros y varios hombres a caballo. Supuse que estaban ahí por mi causa, algo que confirmé más tarde. Cayó la noche y comenzó a llover. Desde dentro de mi habitación podía ver que los aldeanos estaban inquietos y el hacendado seguía ahí parado sin que le dieran el paso. De pronto una detonación, fue aquí que todo comenzó…

¡La bestia! ¡La bestia! De nuevo los gritos, esta vez tomé un cuchillo que suelo cargar en mis viajes y lo oculté en mi bota. Salí y el hombre que cuidaba mi puerta me dio un rifle y algunas municiones, me exigió que lo siguiera y que no me desviara, Rod también salió y corrimos a cazar a la bestia. Llegamos cerca de la casa de Susana, al parecer el nahual había pasado las primeras defensas, se escuchaban algunos disparos y luego, solo la lluvia, los aldeanos se organizaban cuando algo cayó de los techos y nos atacó. Se movía con una rapidez diabólica, mató a algunos aldeanos, traté de reaccionar, pero no podía alcanzarlo, apenas podía seguir sus movimientos con la mirada, en un momento estaba en el suelo y en otro ya estaba en los techos, era imposible dar un tiro certero. La marabunta se combinó con otros disparos, los de los hombres de Baltazar y sus perros que atacaban a los aldeanos de ojos oscuros. Fue una masacre de ambos bandos.

Ocurrió apenas en un instante cuando apareció frente a mí, el nahual, me envistió, aunque no me hizo daño alguno. Me di la vuelta solo para ver cómo se dirigía hacia Rod y con un violento y antinatural zarpazo le cortó el cuello a mi querido amigo, después corrió hacia la casa de Susana, me levanté y fui detrás de él. Pese a mi temor, estaba furioso, acababa de asesinar a mi amigo y quería llevarse a mi sobrino.

Susana estaba acorralada con su hijo por el nahual, pero por su enorme tamaño no podía alcanzarlos. Aprovechando la ventaja de mi posición traté de calmar mi pulso y acerté un disparo en su hombro, llamé su atención y cuando volteó fue que vi su horrible forma; era algo parecido a un enorme coyote de más de dos metros, con el pelo crispado, tenía dos pares de ojos rojos alineados horizontalmente, sus colmillos eran anormalmente grandes y afilados como puñales, las vértebras de su columna sobresalían en forma espinas y sus patas eran lo más aterrador, eran más bien como brazos y sus largos dedos cargaban enormes garras afiladas, parecía una combinación macabra entre bestia y hombre…

Corrí con un pavor que jamás había sentido, mi adrenalina estaba a tope, sabía que iba detrás de mí porque podía escucharlo, otros aldeanos trataron de detenerlo, pero perecían uno a uno por sus diabólicas garras y fauces, y por los disparos de la gente de Baltazar. Llegué al bosque donde creí tener más posibilidad de evadirlo, no fue así, ya que logró alcanzarme y destruyó mi rifle antes de poder reaccionar. Me volvió a embestir, estaba sobre mí con todo su peso, aunque seguía sin atacarme, aun así, por el miedo no podía pensar y lo único que hice por instinto fue sacar el cuchillo de mi bota y lo clavé repetidas veces en su pecho. Incluso con eso no me lastimó y se apartó de mí, estando mal herido. Lo seguí para cerciorarme de su muerte y entre las sombrías siluetas pude ver como la bestia se convertía poco a poco en un hombre, ya no podía andar y se desplomó en medio de los árboles. Me acerqué al cuerpo, no podía creer lo que veía, aquel hombre no era nada más ni nada menos que Adrián, el capataz del hacendado, llevaba en el cuello el mismo medallón que había dejado en mi puerta.

Mientras, escuchaba los caballos acercándose… y más disparos… Baltazar llegó corriendo donde yo estaba y con una expresión de miedo y sorpresa me dijo ¡¿Qué has hecho?! ¡Has matado a tu padre! Me quedé enmudecido ante la impresión de todo lo que sucedía, se acercó diciéndome en tono de regaño:

 – Me enteré cuando fueron a visitarme, Adrián me estaba protegiendo de la bruja yo era el único que podía mantener a raya su influencia con los demás pueblerinos, vine a darte este medallón por mandato de tu padre para protegerte de los hechizos de esa bruja y estas cartas que intercepté de Susana…

 Sacó un sobre de cuero de su chaqueta cuando escuché otro disparo, el hacendado cayó frente a mí. Escuché unos pasos, era ella, caminaba hacia mí con su hijo tomado de la mano y detrás de ella un aldeano bajando un rifle recién detonado. Mientras Susana se acercaba, su apariencia iba cambiando, arrancándose la cabellera y con una macabra sonrisa dejaba de ser la chica linda y tímida para convertirse en la vieja partera que regocijándose me agradecía porque su venganza estaba casi completa.

– ¡Has matado al último nahual, ahora el siguiente morador está libre! ¡¿Lo escuchas?! Esas fueron sus palabras cuando el hombre del rifle fue arrastrado repentinamente por algo enorme que no pude ver. El bosque se movía, tomé el sobre y el medallón y corrí lo más que pude internándome en el bosque, no podía ir a otro lugar.

– ¿Crees que encontraste esas cartas por casualidad? – Escuchaba a la bruja como un eco por todo el bosque – Era lo que querías, ¿No es así? pero la verdad tiene su precio. Mis hermanos que tanto daño me hicieron ahora han pagado sus pecados.

No paré ni por un segundo, aquello me perseguía, escuchaba extraños y cavernosos gruñidos y la risa de la bruja. Sé que corrí por horas porque todo cesó cuando los primeros rayos del Sol se hicieron presentes. Llegué a un lago donde me encontraron unas personas que me llevaron a una casa que usan para vacacionar. Solo les conté que me había perdido. Me dieron de comer. Les dije que necesitaba escribir esta carta y mandarla lo antes posible a la dirección que lleva impresa con el profesor Tanok Luna. Han sido muy buenos conmigo, pero no sé cómo convencerlos de que tienen que salir de aquí, cuando llegue la noche esa cosa que llaman “morador” estará buscándome. Esto lo sé porque aquellas cartas interceptadas por Baltazar no solo eran de Susana (o más bien de la bruja) para mi primo, también había cartas destinadas a lo que creo podría ser un aquelarre:

24 de marzo

¡Oh! Amor mío, sé que es un golpe duro para ti descubrir que fue tu padre quien me hizo mucho daño, pero piensa que ahora ya no podrá lastimar a nadie, su tiempo de descansar junto a tus abuelos en el gran abedul ha llegado. Pronto tú también estarás con ellos, eres una buena persona, pues me has liberado de tanto mal, ahora te espero ansiosa. Ven pronto y serás recompensado.

21 de marzo

El segundo hermano ha caído, la tercera luna ha escapado, pero tiene la misma debilidad y pronto vendrá a buscar su destino. Preparen las fauces, que he de liberar a mi morador cuando mi venganza esté totalmente consumada. Ya la magia de los retoños es endeble y podrán ser devorados fácilmente. Las cadenas que nos atan se romperán una a una y la falsedad que el mundo ha trazado en nuestras almas se disolverá bajo nuestros colmillos…

 

28 de marzo

Escucho la Ciudad llamándome, sé que ustedes también la escuchan. Mi hijo aprende rápido el arte de la herbolaria, ha sido capaz de preparar el té de Alzagoht para manipular el corazón de un hombre y comienza a manifestar sus habilidades ocultas, aunque la protección del nahual ha mermado su magia. Mi Gabriel, un pequeño híbrido que será el más poderoso de una nueva familia. Ese hacendado me ha causado muchos problemas, pero es mera cuestión de tiempo para que caiga de acuerdo al plan.

 

Trato de no caer en la locura por lo horrible de mis actos pensando que fui artificie de algún hechizo maligno que controlaba mi mente, a la vez que fui manipulado desde el principio con las horribles pesadillas y las inquietantes noches para que al llegar a la comodidad de la partera no tuviera tanto reparo en quedarme ahí. Y ese té extraño, estoy seguro que era el mismo que tomaba mi primo para mantenerse enamorado de la forma de Susana, aunque pienso que no tomé el suficiente para llegar al estado deplorable de Israel… Aunque ese no era el objetivo… me siento terriblemente culpable por lo que hice, yo no tuve que caer en la locura para asesinar a mi propio padre. Intentaré mantener mi cordura, a costa de estar lejos de mi familia y amigos, buscando más explicaciones a todo esto. Sé que no tengo perdón de nadie así que lo único que me queda es intentar redimirme usando la sangre que de mi familia llevo en mis venas.




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